Foscarini — Vite
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ES pp.275
¿CÓMO ENCONTRAR
EL BUEN RETIRO PERFECTO?
De la misma forma que millones de personas en todo el
mundo sueñan con vivir en Nueva York, una increíble
cantidad de neoyorquinos sueñan un lugar para alejarse, de
vez en cuando, de la ciudad. Bryan y David han elegido una
pequeña comunidad a dos horas en coche, un lugar muy
famoso por un evento que ni siquiera se ha celebrado allí:
Woodstock. «Si dices este nombre todos piensan enseguida
en Jimi Hendrix y Janis Joplin,», dice Bryan, «aunque el
concierto al final se trasladó a una granja. En realidad, lo más
importante es que Woodstock se eligió porque era, desde
hacía mucho tiempo, un lugar de encuentro para artistas».
Bryan es un psicólogo, tiene el estudio en la Quinta Avenida,
desde muy pequeño sentía que quería vivir en una gran
ciudad. «Crecí en un centro universitario cerca de Milwaukee,
con las casas de piedra frente al lago. Mis padres de vez en
cuando nos llevaban a Chicago, estábamos en el hotel,
íbamos al teatro, de compras, sentía la energía de la ciudad,
sentía que no me habría cansado nunca de esa energía.
Después de la universidad me fui a vivir a Madrid donde
encontré de nuevo esa fuerza, y cuando volví a América me
di cuenta enseguida de que el lugar justo para mí era Nueva
York. Durante años hice de voluntario para una asociación
que ayudaba a las personas LGBT para que no las
discriminaran, les ofrecía ayuda psicológica telefónica y así
descubrí que quería convertirme en psicoanalista y ejercer
como tal. Y sí, después de tantos años en Nueva York siento
todavía esa energía, tanto yo como mi compañero amamos
cargarnos toda la semana con la energía de la ciudad. Pero es
muy bonito poder equilibrar, ir al campo, estar solos con
nuestro gato, saber que a nuestro alrededor tenemos las
montañas, los ciervos y los osos». Un buen retiro, como se
dice en Italia con una expresión española, como el parque de
Madrid construido por un rey del pasado, un lugar donde vivir
con un ritmo distinto. «Hay un montón de intensidad en
nuestros trabajos en la ciudad, recibo en este estudio, se
acumulan las tensiones de quien me cuenta su vida; mi
compañero, después de muchos años en los que ha viajado
por el mundo, ahora es el responsable de la comunicación de
una gran empresa. Cuando vamos a Woodstock es como si el
tiempo fuera más lento, como si se volviera elástico. Tenemos
una chimenea, una piscina para el verano, podemos cocinar
al aire libre». ¿Cómo encontrar el buen retiro perfecto?
«Buscábamos un lugar donde no tuviéramos que renunciar
a una cena en un lugar bonito, o a visitar una muestra, y que
fuera acogedor. En Woodstock han vivido pintores, actores,
directores, existe una fundación que ofrece residencias a
jóvenes artistas de todo el mundo, te encuentras muchas
parejas homosexuales, interraciales, de religiones diferentes.
El domingo nos encontramos en Square Drum Circle, la plaza
de los tambores, las personas vienen a tocar y a bailar en
compañía». Bryan habla, con los ojos que brillan con
entusiasmo, sobre su antigua granja en la que se producía
leche y del bosque que la rodea. «Al inicio teníamos
huéspedes cada semana, luego nuestros amigos se dejaron
contagiar por el entusiasmo. Fue como una gran ola, nos
venían a visitar y luego decidían también comprar una casa.
Actualmente no tenemos casi nunca huéspedes porque
nuestros amigos nos han seguido, incluso el hermano de
David ha abierto una pizzería en el pueblo». ¿No sientes
nunca miedo, pregunto a Bryan, de dormir allí? «Los índices
criminales de Woodstock son muy bajos, claramente
inferiores a la mayor parte de los barrios de Nueva York.
En realidad, el auténtico peligro que sé que puedo correr es
el de encontrarme con un oso hambriento. Pero por suerte,
por ahora nos hemos librado de ello». Ha terminado la hora,
doctor, le digo a Bryan después de nuestra charla. Sonríe.
«Es un placer no tenerlo que decir yo, por una vez.
Y es siempre un tiempo agradable cuando puedo hablar de
nuestra casa». Se ve que está ya pensando en el fin de
semana, en esa vieja casa de madera a dos horas de la Quinta
Avenida. Un buen retiro es necesario también por esto:
porque es esperado, por la excitación que produce la espera.
ES pp.297
LA MAGNA GRECIA DEL TERCER MILENIO
«Los antiguos romanos venían siempre a Nápoles a hacerse
los griegos, a hacerse los sabios, a cultivar el ocio y dejarse
inspirar por la naturaleza y, en efecto, la naturaleza que
tenemos aquí alrededor es muy potente, porque aquí es
donde Virgilio escribió las Bucólicas». Carlo tiene dos perros,
una licenciatura en economía empresarial y una larga carrera
como diseñador y gráfico para grandes marcas de la moda.
«He vivido y trabajado diez años en Milán, una etapa muy
importante para mí porque pude trabajar para marcas de ropa
y de mobiliario que son las mejores del mundo. Luego, con la
crisis de 2008, decidí volver. Por suerte, hace muchos años
mi bisabuela transformó un viejo cobertizo en un
apartamento». La casa de Carlo parece que se apoya en el
agua, con la isla de Nisida allí en el fondo. «Yo no me asomo
hacia la calle, en efecto, yo me asomo directamente al golfo».
La casa de Carlo se encuentra en Campi Flegrei, una zona
que ya no es realmente Nápoles, pero que todavía no es otra
cosa. Una zona en la que el hombre ha hecho de todo por
destruirla (aquí detrás descansan los dolorosos restos de la
antigua zona industrial del Italsider de Bagnoli), pero que es
siempre fuerte como paisaje y como historia. Estamos a un
paso de Cuma, la colonia más lejana de la patria que fundaron
los griegos. En Cuma hay una cueva que es uno de los
monumentos arqueológicos más famosos del mundo, de
hecho, fue en la cueva de la Sibila donde tuvo que ir Eneas
para preguntar al oráculo sobre su destino. «El área Flegrea
ha sido siempre muy rica en recursos naturales, los Borbones
habían registrado sesenta y cuatro fuentes de agua termal.
Cuando los obreros excavaron para poner los cimientos
de este apartamento no lo conseguían porque les salía agua
termal caliente, a cuarenta grados; también encontraron tres
monedas de oro romanas. Nos encontramos en el corazón
de la Magna Grecia, además en Miseno se encontraba la flota
del imperio, era una zona florida y rica. Los antiguos romanos
venían a Nápoles a hacerse los griegos, a hacerse los
filósofos, y yo creo que esta actitud ha llegado un poco hasta
nosotros. Hemos dejado siempre espacio a los
conquistadores, en Nápoles, manteniéndonos un poco
apartados, ensimismados en nosotros mismos, en nuestra
naturaleza y nuestra historia, indiferentes a las reglas del
nuevo conquistador. Esta actitud representa también la
excusa perfecta para no seguirlas, las reglas». Una casa con
este panorama, tan fuerte, tan cercano, puede convertirse
en una trampa. La casa como minimundo que desempodera
la tentación del mundo auténtico, de la calle, de las salidas.
«Las casas tienen que ser guaridas, es el lugar donde se
acumula el material para reelaborar ideas. Yo diseño, creo,
pongo orden a las intuiciones, a las lecturas, a lo que he visto
y que me ha llamado la atención. Desde este punto de vista,
mi casa es perfecta, pero sí, puede ser peligrosa. Es tan
agradable estar aquí que a veces me pasan las ganas de salir.
Vivo con dos perros, quizá esto reequilibra porque los perros
necesitan salir y necesitan sentir que soy activo. Los perros
son un espejo, en cierta manera, y hay momentos de tristeza
en los que ves a tus perros tristes y te levantas casi más por
ellos que por ti». Diseñar belleza, llevar los perros a pasear,
hacerse recargar e inspirar por la naturaleza: La Magna
Grecia del tercer milenio.
ES pp.325
UNA CIUDAD QUE ACOGE
Y DA ENERGÍA
Wang Ying dice que no recuerda mucho de cuando era niño.
¿Ni siquiera lo que soñabas hacer de mayor?, le pregunto.
«No», dice. «En realidad, creo que un niño no puede
entender bien lo que significa soñar, tener un sueño para
el futuro». Quizá tiene razón. Quién sabe si alguien, en
Shanghái, hace cuarenta años, podía soñar o imaginar que en
el 2020 esta ciudad habría estado tan ocupada construyendo
edificios, diseñando barrios, dando trabajo a miles y miles de
creadores de formas y figuras. Wang Ying es un diseñador de
interiores. Dice que su trabajo le gusta mucho, siempre que el
cliente que lo llama o el proyecto que le propone sean
estimulantes. «La casa donde vivo la definiría como un lugar
para viejos jóvenes. Porque dispone de muchos objetos que
parecen tradicionales, adecuados para los gustos de los
ancianos, pero al mismo tiempo no tienes la sensación de
que vivan en ella ancianos. El mobiliario y los libros son los
objetos más importantes de mi casa. Los libros, las revistas,
los cuadros hacen sentir como propios los lugares en los que
se vive, aportan vitalidad y alma al espacio. Naturalmente
también los objetos, sobre todo los que están llenos de vida.
Tengo una vieja silla que encontré por la calle, costaba 20
RMB y la compré. No parece para nada económica, pero
ahora, viendo el lugar en el que se encuentra, es perfecta».
El pasado, el presente, el futuro, el este o el oeste, es como
si todos los habitantes de Shanghái que entrevisto volvieran
siempre sobre estos temas. Wang Ying vive con su
compañera, le pregunto qué es para él el amor, si es que se
puede definir el mayor de los misterios humanos. «Es una
cuestión de reciprocidad, significa ir de acuerdo con la otra
mitad de forma natural, sintiéndose cómodo. Me definiría
como una persona sencilla, perseverante, lógica y refinada».
Y Shanghái, ¿cómo definirías la ciudad en la que vives?
Es distinta de las demás ciudades internacionales. Para los
estándares de China, Shanghái es muy internacional, para los
estándares del mundo, Shanghái es muy china. En otras
palabras, ambas culturas (occidental y china) tienen raíces
muy profundas en Shanghái. Es una ciudad que era así en el
pasado y que sigue siendo así. Creo que seguirá siéndolo
también en el futuro». ¿Y es una ciudad que va bien para un
tipo sencillo, pero refinado? «Sí, me gusta mucho. Cómoda,
compatible (tanto antigua como nueva), atractiva, fresca y
energética. En Shanghái se organizan muchos eventos y se
abren muchos lugares continuamente. Creo que este hecho
mantiene la curiosidad de las personas sobre la ciudad.
Yo salgo, exploro, estudio estas novedades y, durante este
proceso, lentamente, descubro a menudo algo sobre los
objetos y los eventos del pasado». El pasado no es nunca
pasado, decía Faulkner, porque el pasado es una parte de
lo que somos, ha tenido un papel en el mundo que hemos
heredado en el presente; en sustancia, el pasado engaña
porque se ha ido, pero en cierta manera permanece reflejado
en nosotros, en nuestras vidas, en nuestros rostros, en los
edificios en los que vivimos. Era válido en los EE.UU. de
Faulkner, es válido todavía hoy, en Shanghái, una ciudad
totalmente en transformación, con la mirada siempre puesta
en el futuro.
ES pp.355
CÓMO TENER LA CIUDAD
COMO HUÉSPED CADA NOCHE
Olya me saluda sonriendo cuando entro en su apartamento.
Es guapa, muy guapa, viste con elegancia esencial tal como
podrían escribir, me imagino, en una revista de moda. Todo es
esencial en esta gran cocina, Less is more, parece poderse
leer con caracteres enormes en la pared. Me imagino que
esta regla es la regla de vida de Olya: la ropa, el mobiliario,
la alimentación, las charlas, la compra, los enfados, todo.
El compañero de Olya es alto y tiene los cabellos cortos, está
acabando un desayuno tardío, se prepara un café negro y se
va. Esta parece una casa normal, pero no lo es. Lo sería,
quizá (para los estándares de Chelsea, Manhattan y Nueva
York) si no hubiera un salón, más allá de la cocina, una
Spanish
Texts by Flavio Soriga
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