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Mastery
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Maestrie
artesanal no sirve, por tanto, a
justifi car una calidad superior,
sino más bien para demostrar
la capacidad de la manufactura
italiana de promover variedad
y personalización. Mezclando –
sin simulaciones – todo lo que
es el resultado de un proceso
de estandarización de tipo
industrial y lo que emerge como
contribución de cada uno.
En este sentido, la evolución
del diseño tiene que avanzar
a la par con la transformación
de esas pequeñas y medianas
empresas que constituyen
el sistema del suministro. Su
evolución tiene que promover
elementos de racionalidad
empresarial junto con aspectos
de manufactura artesanal
claramente reconocibles. Tiene
que ser capaz de desarrollar
una cultura del digital que
esté al día y mantener un
gesto humano de forma
económicamente sostenible.
Cuanto más se pide al proyecto
que incluya elementos
susceptibles de estar realizados
por una mano experta, más las
empresas que actualmente se
encuentran en las redes que
participan en la cadena de
suministro del diseño tendrán
que refl exionar sobre su trabajo
de manufactura. Se trata de
promover automatización y
racionalización digital y de
desarrollar al mismo tiempo
la experiencia y el gesto
de artesanos clásicos. Es
probable que una artesanalidad
afi nada y organizada pueda
efectivamente hacernos
populares en el mundo.
Constituye un elemento de
identifi cación en la planifi cación
y en la organización de una
manufactura distinta. Es nuestro
punto de fuerza y quizá también
nuestro límite.
Una estética de
la diversidad
“Cuando pusimos en
marcha el proyecto del que
tomaron forma las lámparas
Rituals pensamos en primer
lugar en una sensación”.
Cuando Roberto Palomba
explica el nacimiento de una
de las lámparas más logradas
de Foscarini, recorre todo el
esfuerzo de imaginación que
se transformó, tras dos años de
trabajo, en un objeto de vidrio
especialmente sofi sticado.
El objetivo del proyecto era
desarrollar una lámpara capaz
de generar una luz llamativa,
capaz de acompañar la
vida de la casa haciendo las
veces de antídoto contra las
preocupaciones del mundo. Una
luz vibrante, que sólo el vidrio
podía garantizar. El camino
que llevó a la puesta a punto
del prototipo no fue sencillo.
La intuición inicial encontró
una ayuda en la experiencia de
Giancarlo Moretti, fundador,
y todavía administrador en
la actualidad, de Vetrofond.
Los biselados tenían que
permitir que la luz fi ltrara
garantizando una iluminación
coherente con la intuición
inicial. También la elección del
color, el blanco, representó un
reto a nivel de prototipo y de
producción en serie. El molde
y las elaboraciones sucesivas
tenían que estar en línea con
un precio de mercado que
convirtiera la lámpara en un
objeto accesible a una amplia
audiencia de potenciales
compradores. El resultado fi nal,
la lámpara Rituals en catálogo
para Foscarini desde el 2013,
es el resultado de un diálogo
y de un intercambio entre
protagonistas que comparten la
atención prestada a la calidad
del proyecto.
Lo que sorprende de
Giancarlo Moretti es la
capacidad de unir artesanalidad
y organización de empresa,
saber hacer artesanal y
atención en los gastos. La
cristalería de Casale sul Sile
es un lugar mágico, donde
maestros del vidrio, “serventi”
(primer aprendiz) y “serventini”
(segundo aprendiz), se mueven
entre hornos y plazas como
un baile sin tregua. Cabe
preguntarse cómo pueden
trabajar tantas personas en
espacios tan angostos sin
crearse problemas los unos a
los otros. A este movimiento de
hombres y cañas, sorprendente
también para quien conoce la
vida de una fábrica de vidrio,
se le puede decir de todo
menos que es desordenado.
Cada posición está ocupada
por un artesano especializado
en algunas elaboraciones
específi cas para valorizar las
inclinaciones de cada uno.
Un poco por todas partes se
realizan experimentaciones
tecnológicas inesperadas,
capaces de evitar a las
personas actividades repetitivas
sin un especial valor añadido.
Giancarlo Moretti reivindica
un doble récord. Es consciente
que el saber hacer acumulado
en Vetrofond es una garantía
para quienes deseen desarrollar
un producto innovador.
“Si llegan a Vetrofond cien
dibujos de nuevos proyectos en
un año, conseguimos desarrollar
noventa y ocho. En otras
fábricas de vidrio es difícil
que se llegue a veinte”.
La experiencia acumulada en
cincuenta años, a través de
colaboraciones consolidadas
con las principales empresas del
diseño italiano, han permitido
que Moretti se convierta en un
interlocutor privilegiado de los
proyectistas más exigentes.
La contribución de Vetrofond no
se limita al desarrollo.
El esfuerzo imprimido en estos
años a toda la organización
transforma esta realidad en
un ejemplo de racionalidad
económica por lo que se refi ere
a la contención de los gastos y a
la puntualidad en las entregas.
El saber hacer a disposición de
Vetrofond está organizado y
estructurado de tal forma que
convierte esta fábrica de vidrio
en una fábrica competitiva con
otras elaboraciones de carácter
industrial en sentido estricto.
Sorprende el esfuerzo de mejora
continua y de atención a los
límites que ha sido capaz de
aplicar esta fábrica de vidrio.
Gracias al compromiso asumido
por lo que se refi ere a la
organización y a la tecnología,
actualmente es posible obtener
productos mágicos a precios
accesibles. Una lección de
la que toda la cadena de
suministro del diseño tiene que
sentirse orgullosa.
El placer de experimentar
“No se puede hacer”.
El nacimiento de la lámpara
Aplomb conoció más de un
problema al inicio. El mensaje
“No se puede hacer” se
encuentra todavía en una
tabla de proyecto que Lucidi y
Pevere habían enviado a Crea,
la pequeña empresa de Darfo
donde actualmente se fabrican
sin interrupción las lámparas
Aplomb. “No se puede hacer”
es lo que había escrito Giovanni
Piccinelli a sus hijos Carlo
y Ottavio después de haber
visto los espesores que los dos
diseñadores de Palmanova
habían sugerido para la
primera lámpara en cemento
propuesta en el mercado con
estas técnicas específi cas.
Dos centímetros era una cuota
demasiado limitada para las
elaboraciones tradicionales.
Resultaba difícil realizar un
molde adecuado, así como
encontrar un material que
respondiera al reto que sugería
el proyecto. Crea proviene
del mundo de la construcción,
donde la clasifi cación de los
tamaños es distinta, donde los
pesos son de una magnitud
superior, donde los moldes
necesitan geometrías sobre
formatos claramente más
extendidos. Cómo abordar algo
tan pequeño y tan fi no?
En realidad, Giovanni
Piccinelli ha sido siempre un
artesano curioso, un inventor,
un descubridor. Como muchos
otros grandes artesanos
italianos no ha perdido el placer
de probar y experimentar.
Experimentar mezclas y nuevos
materiales ha sido siempre una
pasión. Crear moldes ha sido
una habilidad que Piccinelli
ha desarrollado con su propia
pasión y su propio tesón.
como Vistosi y Barovier&Toso
habían elaborado, ya en
aquella época, una propia cifra
proyectual. Esta cifra faltaba
todavía en la producción de
Foscarini. Se necesitaba un
producto que fuera capaz
de imprimir una dirección al
trabajo de la empresa y lanzar
una clara señal al mercado. La
lámpara Lumiere preparada
por Rodolfo Dordoni representó
la manifestación de la estética
Foscarini y escribió una página
importante en la historia de la
empresa.
El proyecto de Lumiere
nació en el año 1990 en
colaboración con una empresa,
la Vetrofond, que había
dejado desde hacía poco
Murano para establecerse
en la parte continental de
Venecia. Foscarini, unida a la
tradición del vidrio soplado,
quería hacer constar su
propia contemporaneidad
desarrollando un proyecto
capaz de mantener unido el
aspecto poético típico del vidrio
soplado y una tecnología actual.
La idea tomó forma en un
croquis informal, un sombrero
en vidrio soplado apoyado sobre
una base de aluminio moldeado
a presión. Los tiempos entre
la intuición y el desarrollo del
producto fueron breves. El
producto salió integrando los
dos tamaños, el más artesanal
unido a la tradición veneciana
y el más industrial unido al
uso del aluminio. El péndulo –
explica Dordoni - oscilaba en
la dirección de una estética
más unida a la utilización de
nuevos materiales. Foscarini
proponía un diálogo entre
mundos distintos, sugiriendo
un equilibrio original que
se convirtió en el rasgo
característico de un proyecto a
largo plazo.
Después de veinte años la
lámpara se ha sometido a una
renovación de imagen de la
que se ha ocupado el propio
Dordoni. La renovación ha
permitido desarrollar una serie
de soluciones innovadoras,
algunas de las cuales están
destinadas sólo a un público
reducido. Se han renovado
los colores, se ha introducido
una variante en vidrio tipo
espejo, se han modifi cado
también las proporciones y el
rasgo en la versión XXS-XXL.
No se ha pretendido diseñar
una nueva lámpara. Se ha
tratado del mismo objeto,
pero con un acento distinto. El
péndulo se ha movido en una
dirección contraria respecto a
la que había caracterizado el
proyecto inicial. Ha empujado
hacia un mayor énfasis en el
saber hacer artesanal y en el
reconocimiento de la calidad
manufacturera que Vetrofond es
capaz de expresar.
Las razones de este nuevo
énfasis tienen que buscarse en
una sensibilidad de la demanda
en gran cambio. Respecto al
pasado, quien se acerca al
objeto de iluminación busca
un producto que sepa declarar
con honradez su especifi cidad
y su matriz cultural. Pero esto
no signifi ca necesariamente
objetos hechos completamente
a mano – como destaca
Dordoni. “La demanda pretende
una manufactura capaz de
transmitir una emoción que a
menudo está relacionada con
detalles y características que
provienen de una producción
de tipo artesanal”. Se trata
de una cuestión de honradez,
se trata de declarar cómo
una manufactura artesana
contribuye de forma efectiva
en la realización de un
determinado producto y cómo
esta dimensión se vuelve
comprensible a una mirada
educada.
Una idea de calidad
que cambia
Una idea de calidad
distinta. Sobre este terreno se
juega un reto importante del
diseño italiano. Es sobre este
nivel que Italia está llamada a
desarrollar una idea de valor
específi ca. Durante muchos
años, las empresas italianas
han tenido a los productores
alemanes como punto de
referencia respecto a una idea
de calidad, entendida como
respeto de estándares técnicos
a los cuales adaptarse de
forma rigurosa. Para muchos
fabricantes italianos del sector,
el estándar operativo es un
objetivo que ya se ha alcanzado.
En la feria del mueble de
Colonia, el producto Made in
Italy ha dejado de sentir ese
temor reverencial. El hecho
es que la empresa italiana
está llamada a expresar algo
más. Está llamada a promover
objetos de calidad superior,
capaces de transmitir una
emoción, de comunicar el valor
cultural del saber hacer, de
activar empatía con estilos de
vida y modelos sociales.
Cómo superar una idea
de calidad entendida como
estandarización para promover
un proyecto de calidad
entendido como activación
de nuevas relaciones sociales
y culturales? El debate no es
nuevo. Algunos de estos temas
forman parte de esa refl exión
que hace más de un siglo
promovió el movimiento Arts
and Craft, a fi nales del 1800,
y que ha sabido atravesar, de
forma más o menos visible,
todo el siglo pasado. John
Ruskin y William Morris han
imaginado siempre que la idea
de calidad no se limitaba al
respeto de simples parámetros
ejecutivos, sino que tenía que
ver con la valorización de la
subjetividad del fabricante,
con la posibilidad de crear una
conexión viva e intensa con la
sensibilidad y con la cultura
de quien ha fabricado una
determinada manufactura. El
aprendiz escultor que trabajaba
en la obra de la catedral gótica,
con su rasgo en el acabado de
una gárgola, dejaba una marca
personal de su esfuerzo en un
gran proyecto colectivo. Cuando
observamos esas catedrales
vemos a una población en
movimiento, un conjunto de
vidas que participan en un
esfuerzo que supera el valor
de cada individuo y que, en
cualquier caso, los engloba
y los respeta. De la misma
forma, la manufactura italiana
tiene que ser el testigo de la
inspiración y de la habilidad de
su manufactura en el proceso
de fabricación de una lámpara,
de un armario o de una cocina.
Toda la cadena de suministro
tiene que demostrarse capaz
de albergar los rasgos de
esta capacidad expresiva y
de proponerlos en el mercado
de forma comprensible. El
proyectista, concretamente,
tiene la responsabilidad de
dejar un margen de calidad
expresiva sin que ello pueda
perjudicar la instalación
global de la producción de
una manufactura de calidad.
También en otros campos
esta demanda de calidad se
ha convertido en un aspecto
diferencial del producto. En el
mundo de la moda y del lujo,
el retorno a la artesanía ha
representado el instrumento
para justifi car un premio a un
precio a menudo sorprendente.
Grandes marcas del lujo han
aprendido a comunicar las
habilidades específi cas que son
la base de sus producciones.
Por ello han promovido un
nuevo interés hacia el trabajo
artesanal y han contribuido a
proponer de nuevo su papel
económico y social. En muchos
casos, este esfuerzo ha ido más
allá del perímetro propietario de
la propia empresa para sostener
escuelas, muestras, fundaciones
que han contribuido a activar
el valor del saber hacer y una
idea de calidad íntimamente
relacionada con el gesto
educado del hombre. Si
tantas maisons de la moda
y del lujo pueden colocar
actualmente su propio producto
dentro de gamas de precios
especialmente difíciles es,
sobre todo, porque en estos
años la relación existente entre
estilo, proyecto y saber hacer
ha recuperado su visibilidad.
La tradición democrática del
diseño italiano hace que esta
estrategia sea poco practicable.
La contribución del saber hacer