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los procesos: nunca debemos olvidar que
muchas de las decisiones más importantes
no están documentadas de ninguna forma,
están en la cabeza del arquitecto al enfren-
tarse al espacio y a la luz directamente. Más
allá del dibujo hay otro nivel del espacio. La
virtud de Le Corbusier era su gran imagina-
ción espacial. Hasta el mejor de sus dibujos
no es más que una aproximación de lo que
posteriormente transmite como arquitecto en
el objeto final.
Descubrí que el color de la cubierta de
Ronchamp, por ejemplo, que es una fantás-
tica contraposición en hormigón crudo apo-
yado sobre una grieta de luz, estaba previsto
hasta el último momento en blanco, como el
resto de las paredes. Finalmente, cuando lo
vio elevándose en la obra dijo: «no, no, no...».
Es una decisión increíble porque hubiese sido
muchísimo menos interesante si hubiese sido
blanco. Como es, hay un contraste entre esa
pieza que es aparentemente pesada, y el
descubrimiento al entrar: que esta flotando
sobre luz. Esta relativamente pequeña deci-
sión resume prácticamente todo en términos
de percepción de luz, sombra o ligereza. Y
aun así no está sobrecargado, es sutil.
JNB: Le Corbusier, también como artista,
tenía una gran capacidad para moldear cosas.
Para crear formas. Sin embargo, no podemos
decir que lo hace de una manera formalista.
WC: Es el final de una línea de pensamien-
to. Siempre buscaba un significado, nor-
malmente de una forma subliminal. Intuía
cuando algo estaba yendo mal e interrumpía
el proyecto inmediatamente. Una vez hablé
con Jerzy Soltan, que recuerda mucho su
tiempo en el estudio, a finales de los años
40, y decía «los ojos de Le Corbusier se daban
la vuelta, pero siempre sabía cuando algo se
estaba forzando, y paraba». Siempre estaba
buscando un lenguaje, elementos, tipos. En
sus últimos trabajos hay detalles con los que
se autorreferenciaba deliberadamente. Eso
podía ser un problema a veces, una especie
de manierismo.
Le Corbusier va y viene en su propia obra,
sobre todo al final. En la casa Curutchet
(1947-49) en La Plata (Argentina), la sección
es muy parecida a la de alguna villa de los
años 20; el vocabulario exterior ha cambia-
do, pero la estructura básica del pensamiento
espacial permanece. Uno de los temas que
examino en el libro es la forma en la que las
estructuras mentales internas de Le Corbusier
combinan diferentes estratos. Los más recien-
tes están conectados con los anteriores, pero
a veces salta dos o más estratos, volviendo y
retomando algo en un proceso inconsciente.
Igualmente es una forma de búsqueda, es
como las capas de lava volcánica: aquellas del
principio siempre están ahí. Después filtra los
razonamientos a través de la historia, como
demuestran sus dibujos de ruinas. Incorpora
referencias de distintas fuentes como el cubis-
mo, el surrealismo y hasta aspectos cósmicos,
sobre todo en sus últimos trabajos.
JNB: ¿Qué conexión encuentras entre las
primeras obras y las últimas? Porque, en
general, la sensación es que en el comienzo
estaba más interesado por los prototipos o las
formas industriales y en los últimos años los
tipos eran más cosmológicos.
WC: En realidad el tema es un poco más
complejo, no concierne sólo a la arqui-
«Podemos estudiar los
procesos pero muchas
de las decisiones más
importantes no están
documentadas de
ninguna manera»