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imprescindibles, y la música en eso es tam-
bién muy rigurosa.
BLH: Recuerdo que cuando empecé a
dirigir el ciclo de conciertos del Auditorio
Nacional fui a hablar con el gerente y le
pregunté si se habían hecho estudios de
acústica, para así poder ajustar mejor la
programación. El auditorio, que es obra
de García de Paredes, es maravilloso y me
impresionó que prácticamente no se ha-
cían estudios de acústica. Un auditorio de
2.340 asientos y no se hacen pruebas de
acústica para ver cómo funciona. Entonces
da lo mismo que compres un asiento en la
primera fila del patio de butacas que en la
última del segundo anfiteatro. Y en reali-
dad no funciona igual, según donde estés
sentado se escucha de una manera u otra.
ACB: Lo que sí que es posible es corre-
gir la acústica con expertos. Decirles, por
favor, afínenme el edificio. Hacer que el
edificio consiga cantar, como decíamos al
principio.
BLH: Entonces, ¿hay casas que cuando
las has hecho suenan y otras que no?
ACB: ¡Suenan todas! Solo que algunas
cantan mejor. Hay algunas que las has es-
tudiado y las has afinado. Se componen, se
ensayan y, sobre todo, se corrigen. Pero es
bonita la comparación con la música. Ahí
creo que Paul Valéry está muy acertado.
BLH: A mi modo de ver hay una cosa muy
hermosa y es que la arquitectura, igual que
la música, da vida con cada edificio nuevo.
Una vida nueva que empieza y cuando se
cambia el usuario comienza otra distinta.
Esto mismo sucede cada vez que escuchas
música. Aunque hayas escuchado cientos
de veces determinadas obras, que forman
parte de un canon colectivo, cada vez que la
escuchas hay tantas y tantas diferencias…
ACB: Volviendo a los temas formativos y
académicos, ¿qué piensas de la universidad
hoy en día?
BLH: Yo soy catedrática de Historia de
la Música en la Universidad Autónoma,
donde prácticamente creé todos los estu-
dios que hay ahora relacionados con la
especialidad. E incluso tenemos un doble
grado, que es único en España, de Música
y Filosofía. Además, ahora que la han qui-
tado de las clases…
ACB: A mí me cuesta entenderlo porque,
independientemente ya de temas políticos,
yo todavía recuerdo bien cuando en quinto
de bachillerato empecé a estudiar filosofía,
aquella cosa maravillosa donde comenzaba
el pensamiento. Me recuerda a una casa que
terminé recientemente en Montecarmelo,
está encima de una colina, y yo sabía que
cuando subieras un poco, desde la casa se
iba a poder ver todo Madrid. Pues el día
que terminaron la segunda planta y subí
por primera vez, me puse a llorar. ¿Cómo
es posible que eso que yo pensaba que era
verdad, sea verdad?
BLH: Tú sabes que Maurice Ravel, cuan-
do estaba ensayando su bolero, él mismo no
era capaz de reconocerlo. Hay músicos que
tienen oído absoluto, pero otros que no. En
cualquier caso, con la música tú te puedes
imaginar las cosas de una manera, pero ver
cómo suena en una orquesta sinfónica bien
ensamblada es muy distinto. De hecho, hay
«Hay una cosa muy hermosa
y es que la arquitectura,
igual que la música, da vida
con cada edificio nuevo»