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Photos: Miguel Galiano
El estudio de Juan Bordes en el centro de
Madrid, y posteriormente su cercano taller,
acoge el encuentro con Giancarlo Mazzanti.
La colección de tratados y juguetes, y las
propias obras del escultor, sirven de telón
de fondo para una conversación que gira en
torno al interés común por el juego.
Giancarlo Mazzanti: Uno de los temas que
más me apasiona sobre la condición mate-
rial del juego es su capacidad para cambiar
cada vez que los coge un niño. Los juguetes
están, de manera intrínseca, asociados a
temas relacionados con el azar, o el desor-
den, que son importantes.
Juan Bordes: Justo este es uno de los temas
sobre los que me gustaría que habláramos. El
caos que genera ‘el jugar’. El momento en que
el niño guarda los juguetes es cuando nacen
esas nuevas composiciones, que igual no son
‘la forma correcta’, ni es la simetría exacta-
mente, sino que es una nueva configuración
que puede desencadenar muchas otras cosas.
GM: Por eso en mi estudio juego muchí-
simo. Y puede que este interés tenga que
ver con mi origen caribeño, o en tu caso
con el canario. Porque el juego es funda-
mental en nuestras culturas. Sin embargo,
creo que, aun teniendo intereses comunes
por los juegos, nuestros acercamientos son
totalmente diferentes.
JB: ¡Exacto! Yo lo entiendo como una gé-
nesis, como una fuente, como un origen.
GM: A mí me interesa tanto el juego
como el juguete. El juego como acción y
el juguete como construcción material. Y
estos dos aspectos creo que son claves. En
el fondo todo esto no es más que un retorno
a la infancia. Volver a jugar con las piecitas
de madera, entender que la arquitectura y
los juegos tienen la misma condición. Los
juguetes resumen momentos específicos,
culturales e históricos, al igual que pasa
con la arquitectura. En el fondo, se podría
explicar una cultura a través de un juguete,
pero también podría explicarse a través de
la arquitectura. A mí me parece emocio-
nante que no llegamos al juguete como una
investigación, sino porque hay algo en la
condición cultural de donde provenimos, de
la relación con el mar, con la música, o con
muchas otras cosas que te van llevando al
amor por lo lúdico. En mi caso tiene que
ver con el trópico colorido, vengo de una
ciudad que es color, música… Y aunque
Canarias no es exactamente lo mismo, creo
que igual también puede tener una cierta
importancia.
JB: Fíjate que en mi caso, sin embargo,
vengo de una infancia sin juguetes. Y no
es que fabricase mis juguetes, pero situé mi
arranque en la disciplina escultórica desde
muy pequeño, desde los ocho o diez años,
y con cierta disciplina, con los métodos de
vaciado... Por eso nunca llegué a entrar en
la escuela de Bellas Artes, porque era redun-
dante, y quería huir de ese tipo de técnicas.
Para mí el guiñol fue fundamental. La vida
que surge de una mano, y después la vo-
luntad que surgía del exterior. De ahí vino
después mi interés por la cirugía. De hecho,
en mi adolescencia quería estudiar medicina,
y tuve la oportunidad de entrar en un hospi-
tal de beneficencia, sorprendentemente me
dejaron pasar hasta el quirófano.
Giancarlo Mazzanti
(Barranquilla, 1963)
aprovecha una visita
a Madrid para debatir
con Juan Bordes (Gran
Canaria, 1948) sobre el
juego y la importancia
de ‘lo lúdico’ en sus
procesos creativos.
Giancarlo Mazzanti
(Barranquilla, 1963)
in the course of a visit
to Madrid conversed
with Juan Bordes (Gran
Canaria, 1948) about
play and the importance
of ‘the ludic’ in their
creative processes.
«A mí me interesa tanto el
juego como el juguete.
El juego como acción y el
juguete como construcción»