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Photos: Miguel Galiano
Los arquitectos se encuentran en la Fábrica,
un laboratorio de prototipado y fabricación
del propio estudio de Antón García-Abril
en Madrid. Además de servir como lugar
de trabajo, el edificio es en sí un ensayo de
la tecnología híbrida de acero y hormigón
que han desarrollado a lo largo de los años.
Juan Carlos Sancho: Hace muchos años
que nos conocemos, casi treinta, desde que
eras estudiante en la escuela de Madrid.
Viéndolo hoy retrospectivamente, me pa-
rece muy importante ver cómo ha sido tu
trayectoria desde tus primeros proyectos en
la universidad.
Antón García-Abril: Recuerdo mis pro-
yectos de escuela. Creo que todos y cada uno
de ellos, porque no creo que haya cambiado
en nada la intensidad y la pasión que le
ponía a los proyectos en aquella época a los
que hago ahora. Recuerdo los que hice con
vosotros cuando aun estabas en la unidad de
Alberto Campo, y también mi fin de carrera
y el cabreo que me cogí cuando saqué una
nota que en realidad me merecía…
JCS: Ya entonces eras muy provocador y
tenías las cosas muy claras.
AGA: Al revés. Fui creciendo como arqui-
tecto con dificultad y esfuerzo. No aprendí
arquitectura con naturalidad y facilidad,
como sí que vi en muchos compañeros, sino
con esfuerzo, y mucho tiempo y trabajo.
JCS: Recuerdo tu primer proyecto, una
dovela donde lo estructural, lo mecánico
y lo material ya se unían, conformando lo
que hoy es casi un leitmotiv de tu trabajo,
y que después se convirtió en cierta medida
en aquella estructura que construisteis en
México. Pero en ese momento yo por lo
menos no acertaba a ver lo que había, la
belleza de esa dovela, de cómo se apoyaba…
AGA: El proyecto de México fue el resul-
tado, diez años después, de seguir trabajan-
do con un ejercicio académico. Ese proyecto
quedó abierto, sin resolver, ya que no sabía
como se encontraba con el suelo. En el espacio
académico esa pieza volaba, porque no sabía
cómo resolver unas columnas que desligaran
la representación de su forma, su figura de
su condición portante. Unas cariátides con un
lenguaje más contemporáneo. Bueno, pues
eso llevó diez años, pero el ejercicio continuó.
JCS: Como continuación de tu formación
estuviste trabajando en varios estudios: en el
nuestro, en el de Alberto Campo y en el de
Santiago Calatrava —cuando era un arqui-
tecto emergente— hasta que después acabas
recibiendo la beca de Roma y finalmente,
como culmen de esa etapa, construyendo
la Escuela de Altos Estudios Musicales de
Santiago de Compostela.
AGA: Nunca consideré nada de eso un
trabajo ni una profesión, para mí era sim-
plemente una extensión académica, y eso
fue fundamental. Roma a mí me condiciona,
como de alguna manera condiciona a todos
los arquitectos que han estado ahí. Te con-
figura una manera de pensar, y el primer
proyecto que construimos, que es la Escuela
de Estudios Musicales, creo que contiene todo
eso. Fui a pedirle trabajo a Rafael Moneo
cuando era estudiante y me dijo, con muy
buen criterio, que él no trabajaba con estu-
diantes, que necesitaba arquitectos a tiempo
completo, pero que fuera a verle de vez en
cuando. No sé si lo dijo con la boca pequeña,
pero le tomé la palabra y, desde entonces cada
Juan Carlos Sancho
(San Sebastián, 1957)
dialoga con su colega
y amigo Antón García-
Abril (Madrid, 1969)
sobre arquitectura
industrializada, y cómo
esta puede transformar
la profesión en el futuro.
Juan Carlos Sancho
(San Sebastián, 1957)
speaks with his colleague
and friend Antón
García-Abril (Madrid,
1969) on industrialized
architecture and how
it can transform the
profession in the future.
«No aprendí arquitectura
con naturalidad, sino con
esfuerzo y mucho trabajo»