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El concepto del proyecto surge al combinar
el arte refinado del corte de pescado con el
entorno donde se encuentra el restaurante,
involucrando la arquitectura rocosa de la ciudad,
mediante una iluminación cuidada para crear
una experiencia inmersiva en un microcosmos
moldeado por la naturaleza.
La horizontalidad de las líneas luminosas
y el efecto metálico utilizado para cubrir las
barras y los sofás completan la idea de dividir
la materia en el ambiente, como la hoja del
Shobu-Bochu capaz de dividir de manera
sensible la calidad del producto y convertir la
preparación del chef en una obra de arte.
El espacio se compone
de una relación
precisa entre los
materiales y los tonos
oscuros iluminados
puntualmente en mesas
y acabados.