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Reproducir la virtud de su luz, capturar su belleza,
entender su porqué, son inquietudes que han abrazado
artes y ciencias a lo largo de la historia.
La fascinación por la luz como origen de vida
y potencia discursiva guía el cometido de esta casa.
Una mirada atenta y discreta que pone a prueba la
sutileza del lighting designer para revelar los implícitos e
intangibles rasgos que construyen el alma de un espacio.
Lo decía Carlo Scarpa, la finalidad de una pieza diseñada
es contribuir a la formación del paisaje doméstico.
Para el arquitecto italiano, el objeto de uso no
debe estar por encima del espacio sino servirle de
instrumento. Lo que la escuela Bauhaus tituló «la forma
sigue a la función», en diseño de iluminación significa
trabajar primero la luz y después el objeto. He aquí el
verdadero poder. Del fuego a la electricidad, la historia
de la iluminación demuestra que es la función del objeto
iluminante la que describe los espacios, y por ende,
nuestra forma de vivir.
Como las creaciones lumínicas de Dan Flavin
que trascienden su corporeidad para convertir en
arte el espacio que habitan, las luminarias están
inexorablemente unidas a su contexto y aspiran a dotarlo
de emoción en un silencioso diálogo entre la luz y el
entorno. Así nace el efecto «The Invisible Black».
Una iluminación orgánica, poética y misteriosa
-como la del confiable ciclo solar- que desatiende
el reconocimiento al ocultar su fuente de luz. Así las
luminarias con efecto invisible logran una convivencia
plena con su entorno, pacífica, sin origen ni final, en
una oda a la sinonimia entre luz y verdad que aviva y
embellece los interiores.
El sol sale y se pone
cada día. Su ciclo es
quizá el más confiable
acontecimiento de
nuestras vidas y también
su principal regulador.