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¿En qué nos afecta el ángulo de
emisión de una luminaria?
La cantidad de luz que llega a un objeto usando una lámpara con reflector
depende de su ángulo de apertura y si hay una mayor cantidad de luz
sobre el objeto que en el resto del espacio, el objeto resalta de su entorno.
Existen dos variables que nos sirven para elegir un ángulo de apertura: el
tamaño del objeto que se va a iluminar y la distancia que existe hacia la
fuente luminosa.
Cuanto más grande es el objeto a iluminar, mayor es el ángulo que
necesitamos para iluminarlo, pero cuanto mayor sea la distancia entre el
objeto y la fuente luminosa menor es el ángulo necesario para iluminarlo.
Los ángulos de apertura se expresan siempre en números enteros.
Cuando su valor se encuentra entre 13º y 50º, el valor se redondea a
múltiplos de 5, por ejemplo:
22º debe de redondearse a 20º. Para valores mayores a 50º el redondeo
se hace en múltiplos de 10, en este caso 59º debe de redondearse a
60º.
También es importante apuntar que, si hablamos de dos lámparas del
mismo formato y potencia, en las que solo cambie el ángulo de apertura,
cuanto mayor sea éste menor será la intensidad de la luz que llegue al
objeto, y de forma contraria, cuanto menor sea el ángulo de apertura la
luz incidirá con mayor intensidad sobre la superficie a iluminar tal como
sucede en los museos o en teatros.
Por último, no debéis de olvidar que si dirigimos la luz solamente hacia el
lugar donde necesitemos, nos ayudará a hacer más eficiente el gasto de
energía. Además, saturar la luz en un espacio provoca imágenes planas,
sin el contraste de las sombras que necesitamos para poder percibir
mejor el volumen de los objetos.
Luminotécnia