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A new concept in classical furniture design, the avant-garde style, emerged in the mid-20th century.
Latorre company was established in 1959 by Ascensión, a young decorator who discovered a whole world
to innovate in the emerging Spanish industry. She founded her firm in Alboraia, a town in the Valencian
Region between the Huerta, a traditional agricultural area around the city of Valencia, and the sea. Just
as farmers who look after the soil with love and care and make their fields attractive, conceiving the
aesthetics of the countryside beyond productivity as if they were gardeners, Ascensión Latorre started to
design and manufacture classical chairs with an undisputed mark of luxury and quality.
Its products are steeped in exclusivity, evoke sensations and exude elegance and good taste. They are
the highest representation of romanticism in bygone times with a contemporary twist. Unique, meticulous
craftsmanship mixed with aesthetic purity, which has evolved over more than fifty years to create the
unmistakable Latorre brand.
As a woman and entrepreneur Ascensión was determined not to let her work go to waste, and her sons,
following her steps, joined the family tradition in the 1980s. Handwork, warmth, textures, small details
and shades of its furniture form the company’s own identity: the identity of a company that is constantly
growing.
Guillermo, the family’s eldest son, has been working in the company since 1985 as its sales director and
is now also its art director; his brother Kiko joined in 1994 after completing his studies in finance. Pau
came into the family firm in the late 1990s and has used his skills as a computer engineer to upgrade
all its manufacturing processes. Latorre family’s third generation continues with Guillem and Miquel,
Ascensión’s grandsons, who are in charge to commercially strengthen Latorre’s presence, both abroad
and in the domestic market.
Ascensión, the young decorator, still keeps the soul of the company alive. Retired and still proud of her
work that has never lost its up-to-date appeal, she continues to advise her family with elegance and
exquisite taste in a constant search for beauty. This also includes creating new unique items, masterpieces
that penetrate the senses and accompany us throughout our lives.
A mediados del siglo XX aparece un nuevo concepto en el diseño de mueble clásico, el estilo de
vanguardia. La firma Latorre comienza en 1959 de la mano de Ascensión, joven decoradora que tiene en
la incipiente industria española todo un mundo para innovar. Funda su empresa en Alboraia, un pueblo
de Valencia entre la huerta y el mar. Como los agricultores que cuidan la tierra con cariño y esmero, que
conciben la estética del campo más allá de la productividad como si de jardineros se tratase, Ascensión
Latorre comienza a diseñar y fabricar sillas clásicas con el sello indiscutible del lujo y la calidad.
Sus productos destilan exclusividad, provocan sensaciones, emanan elegancia y buen gusto. Son la
máxima representación del romanticismo de épocas pasadas con un toque actual. El trabajo minucioso y
artesanal, único, de pureza estética, ha ido madurando a lo largo de más de cincuenta años, y ha creado
la marca inconfundible de Latorre.
Como mujer y empresaria no dejará que su labor se pierda y sus hijos, siguiendo sus pasos se incorporan
a la tradición familiar a partir de los años ochenta. El trabajo a mano, la calidez, las texturas, los pequeños
detalles y los tonos suaves de sus muebles forman la propia identidad de una empresa que crece sin
parar.
Guillermo, el primer hijo del matrimonio Latorre trabaja en la empresa desde 1985 como director
comercial, siendo en la actualidad director de arte, y su hermano Kiko se incorpora en 1994 avalado por
sus estudios financieros. Pau aparece en la empresa familiar a finales de la década de los noventa, es
ingeniero informático y con sus conocimientos transforma y moderniza todos los procesos de fabricación.
La tercera generación de la familia Latorre continúa con Guillem y Miquel, nietos de Ascensión, que se
encargan de reforzar comercialmente la presencia de Latorre, tanto en el extranjero como en el mercado
nacional.
Ascensión, la joven decoradora, sigue manteniendo viva el alma de la empresa. Jubilada, orgullosa de
su obra que jamás ha perdido vigencia sigue con elegancia y buen gusto, asesorando a su familia en
la búsqueda constante de la belleza, en la creación de nuevas piezas singulares, obras maestras que
penetran por los sentidos y nos acompañan a lo largo de nuestra vida.