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ni siquiera de tradición cultural. Quizá por eso
surge una atracción muy fuerte. Sin embargo
sí hay algo que une las arquitecturas nórdicas
y las mediterráneas, y es la cuestión de lo do-
méstico y de lo confortable. Las casas de Siza
y las de Aalto son confortables, frente a las
sajonas o centroeuropeas donde prevalecen
otros valores antes que el confort, o incluso
la relación con la naturaleza.
AGP: Nuestros primeros años fueron de
una gran experiencia en obra y en direc-
ción de obra de edificios grandes. Pronto
ganamos el concurso del Ayuntamiento de
Valdemaqueda. Estábamos en la situación
inversa a otros arquitectos jóvenes: sin obra
propia pero con experiencia de construir y
de trabajar el proyecto desde un estudio. Era
un tipo de edificio con el cual no habíamos
tenido contacto antes. Sabíamos hacer audi-
torios y edificios culturales, pero no ayun-
tamientos. Por eso hicimos un viaje por el
norte de Europa, sobre todo por Dinamarca
y Finlandia, para conocer los ayuntamientos
nórdicos. Hicimos casi una tesis doctoral de
ayuntamientos. Me alegra que encuentres esa
similitud pues sorprende ver cómo un edificio
tan pequeño puede condensar todo el conoci-
miento que absorbimos en ese viaje.
FDC: ¿Por qué los países nórdicos?
IGP: Seguramente por la oportunidad, y
también por la historia personal de Ángela.
Cuando García de Paredes y Carvajal están
en Roma en 1958, una de las condiciones de
los residentes era hacer un viaje por Europa.
Fueron a Finlandia en un 600 para cono-
cer de primera mano la obra nórdica. Ángela
cuenta que la primera vez que estuvo en Villa
Mairea fue antes de nacer, ya que su madre
estaba embarazada en esa visita. Quisimos
conocer esa casa de primera mano. Me gusta
porque se presenta como una casa habitada.
La Farnsworth o Villa Savoye son casi mo-
numentos de la modernidad. Villa Mairea es
una casa.
FDC: El interior del auditorio del Centro
de Congresos de Peñíscola parece una cita a
Aalto, ¿es así?
IGP: No. Aalto nunca dejó el hormigón
armado sin pintar. En Valdemaqueda está des-
nudo, como en Le Corbusier. Aalto tampoco
hizo un techo de hormigón con esas formas;
lo hizo de madera en Viipuri, pero no en hor-
migón. Quien lo hizo en hormigón fue Utzon.
Hay más referencia utzoniana que de Aalto.
En Peñíscola además tenía una explicación
estructural: no podíamos superar los doce
metros de altura, y no nos cabía la estructura
metálica y el techo de madera, así que propu-
simos hacer una losa de hormigón que fuese
estructura y techo acústico al mismo tiempo.
AGP: Fue un reto estructural importante, y
un invento, porque se hizo con un encofrado
suspendido, sin andamios.
FDC: En vuestra obra es muy importante la
continuidad de la piel, que muchas veces es
lo que caracteriza los edificios. La expresión
formal de la estructura es secundaria respecto
de la piel. Es la piel la que recoge todo el pro-
tagonismo, por un lado vistiendo el edificio,
y por el otro dejando ver el espectáculo de la
vida interna.
IGP: Cuando estaba muy reciente la cons-
trucción del Centro Pompidou, que expresa
la estructura y las instalaciones exterior-
mente, Oiza nos preguntaba: «¿Y la piel?
¿Dónde está la piel? Nosotros tenemos piel
para ocultar las venas y los huesos». Creo que
algo de eso resuena en nosotros. Creemos
que es necesaria una claridad estructural,
pero que no debe ser la protagonista.