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economías de escala, la escala del urbanis-
mo, la escala de la arquitectura, la escala de
la oficina.
RK: ¿Estás dando por sentado que la gran
escala está relacionada necesariamente con
los modos de hacer poco sostenibles o es que
crees que la escala es una condición previa
de la sostenibilidad?
RI: Si tuviera que responder, diría que la
gran escala es un gran problema debido al
poder que les otorga a las grandes corpo-
raciones, que operan con una mentalidad
jerárquica, ‘de abajo arriba’, como ocurre en
el planeamiento de Masdar City. Por el con-
trario, si se trabaja en escalas intermedias,
con un mayor compromiso con la identidad
y el lugar, creo que podríamos dar con me-
jores soluciones. Y donde la gente está vi-
viendo ahora, aunque el mundo sea urbano
en un 50%, no es en ciudades densas, sino
en sprawls que requieren un transporte que
produce un 14% de las emisiones de efecto
invernadero.
RK: Sí, y podrías decir que esto no permite
ya la tipología de la cultura de la congestión,
y cuánto despilfarro ha habido en ello en
los últimos treinta años. Pero la idea de la
congestión sigue siendo necesaria concebi-
da como una especie de densidad o compa-
cidad que permite un empleo más justo de
los recursos. Y aquí se produce una relación
profunda entre la escala y la densidad. Pien-
so que no deberías ser tan escéptico con
proyectos como Masdar, porque la realidad
de los números y de los plazos imponen
este tipo de artificios, aunque retórica y
emocionalmente resulte aceptable seguir
pensando que se podría empezar con un
contexto ya dado y a partir de ahí avanzar
más lentamente. Nosotros hemos hecho mu-
chos proyectos de ese tipo, en particular de
preservación en lugares como Dubái, donde
hemos intentado conservar situaciones ur-
banas dadas y hacerlas cambiar a lo largo
del tiempo, algo que parece muy sólido en
cuanto proyecto utópico realista, a pesar
de la economía actual. El cambio político
es necesario, y estamos en un momento
prometedor habida cuenta de que la crisis
económica todavía sigue ahí y no parece
que se vaya a remediar por sí misma; de
hecho, es posible que vaya a peor si tenemos
en cuenta el aumento de la desigualdad,
que está produciendo tensiones increíbles y
llevando a los populismos. Es un momento
crítico que tiene un potencial positivo. Por
ejemplo, en las sociedades no occidentales,
en particular en Asia, se está produciendo
un saludable aumento de la clase media y
también de la confianza y el acceso a cosas
que antes era totalmente inasequibles. Así
que es muy difícil generalizar y no se puede
decir categóricamente que la pobreza haya
aumentado sin más.
RI: Pero los niveles han cambiado, y que
ahora el 1% posea el 50% de la riqueza
mundial constituye un aumento definitivo.
RK: ¡Nadie quiere eso!
RI: Bueno, al menos sí lo quiere ese 1%,
que por lo general controla los lobbies y el
sistema político.
RK: Pero el hecho de que se esté cada
vez más concienciado de la desigualdad que
supone ese 1% y que esto haya merecido
tanta atención crítica es importante en el
sentido de que obliga a esa minoría a de-
mostrar su integridad. Hay muchos indicios
de que el negocio ya no es como era, en casi
todas las profesiones. Pero hay que dejar
de lamentarse por una situación ya pasa-
da. Fue una situación excesiva, de mucha
irresponsabilidad, de avaricia empresarial,
de neoliberalismo, lo que nos condujo a la
ruina, y ahora es necesario una especie de
periodo de reconstrucción, donde podría-
mos desempeñar un papel positivo.
RI: Si podemos ver la pertinaz crisis como
un oportunidad para cambiar las políticas,
los estilos de vida, de acuerdo a una espe-
cie de decrecimiento natural, como la ha
denominado Serge Latouche, ¿podríamos
ver en las inminentes crisis medioambien-
tales, como las inundaciones, las sequías,
la pérdida de cosechas, también una opor-
tunidad? ¿Algo así como cuando Svante
Arrhenius, el primer teórico del efecto in-
vernadero, presumió que el aumento de la
temperatura sería beneficioso?
RK: Ha habido una enorme cantidad de
resultados negativos de origen natural o hu-
mano que han dado pie a una conciencia
colectiva de lo que ha pasado, quiénes son
los culpables y cómo pudimos permitirlo. Es
algo evidente, que está en el ambiente. Así
que, aun sin parecerme demasiado al Candide
de Voltaire, podríamos decir que ha emergi-
do una sorprendente conciencia global. Con
mucha gente pescando en estas aguas tur-
bulentas. Así que sería absurdo no tratar de
convertir este momento en una oportunidad.
«Es necesario un periodo
de reconstrucción, donde
podríamos desempeñar un
papel positivo»