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todos los objetos tridimensionales, pero en
una superficie. Pasa mucho con Cézanne.
No sé si has leído a Adrian Stokes. Me gusta
mucho su forma de escribir. Escribió mucho
sobre el proceso de formación de las rocas.
Es una idea preciosa, te hace ver lo universal
a través de lo concreto.
WC: Habla también de la relación entre
la imagen hecha por el artista y la vida de la
roca, y de por qué no han de estar necesa-
riamente en armonía.
JNB: A Stokes no se le conoce mucho en
España. Escribía fenomenal, un poco como
Ruskin.
WC: Él hablaba del ‘florecer de la piedra’,
como una flor. Curiosamente, en el catálogo
de mi exposición, Álvaro Siza ha escrito un
pequeño texto que al principio tiene una cita
de Limones amargos de Lawrence Durrell. Es
interesante que lo conociese. Es una descrip-
ción en la que el autor está en un barco en
Venecia y ve la ciudad reflejada y fragmenta-
da en el agua, y luego recuerda la experiencia
diciendo «es como si se reconstruyese en mi
mente a través de capas de papel de arroz
como en un cuadro abstracto». William, ¡es
como tú! me dijo. Me encantó que escogiese
ese autor particularmente.
JNB: Stokes y Ruskin escribían de mane-
ra bellísima. Y hablaba antes de Cézanne:
Cézanne a través de los ojos de Stokes. Dice
que para entender a Cézanne hay que tener
un sentido del agua. Eso es muy clarificador.
WC: Mis dibujos de ‘paisajes mentales’ los
hago normalmente en cartón, que para mí
es un material fantástico. Lo puedes mojar,
romper, y todavía se convierte en algo di-
ferente. De la misma forma ocurre según el
tipo de líquido: normalmente utilizo pin-
turas industriales porque tienen un tipo de
densidad, como la noche. Las fotografías en
blanco y negro de los paisajes volcánicos son
como pinturas chinas hechas con tinta. No
es intencionado, pero así sucede. No es un
método deliberado, es más una forma de ver.
Volviendo a Le Corbusier, él tenía una forma
de ver, y de él he aprendido, como artista, esa
forma de trabajar. Otra cosa que he aprendido
de él es la importancia de la metamorfosis a
través de la pintura.
JNB: Le Corbusier es como un explorador,
aclara la mente.
WC: Sí, por supuesto, porque los bocetos
vienen de la cabeza. Cuando de joven dibuja
las casas de Pompeya, o del Partenón, dibuja
los edificios pero a la vez su propio mundo
interior de formas. De ese modo, el dibujo
es un camino para entender el mundo exte-
rior desde el interior, y viceversa. Esto, en sí
mismo, es una forma de abstracción.