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a España. Cogimos un ferry a Málaga y un
autobús a la Alhambra. Hacía mucho, mucho
frío y no había nadie. Estaba menos restaura-
do entonces, de alguna manera decadente, y
era precioso: con las nubes y el helado invier-
no, uno tenía la visión épica del lugar. Yo iba
además acompañado del conocimiento de las
previas visitas a edificios islámicos, jardines
y paisajes. Para mí la Alhambra es el norte
de algo, no el sur. Muchos europeos piensan
que es el sur, para mí es el norte, y la forma
en la que yo llegué a ella es la forma en la
que uno debería llegar. Es como un imán, una
forma de atracción. Es una fuerza que viene
en diferentes momentos de mi vida, pero
por diferentes razones. Recuerdo cruzarme
con Oleg Grabar en 1978 cuando enseñaba
en Harvard, justo después de las vacaciones:
-Hola Oleg, ¿cómo estás? ¿Tuviste un buen
verano?
-Estoy en pánico- respondió.
-¿Qué pasa?
-Estoy escribiendo una monografía sobre
la Alhambra, y voy con retraso...¡no sé nada
de la Alhambra!
Y escribió el libro. Lo releí hace poco. Lo
interesante de la visión de Oleg es el signi-
ficado. Es la investigación del significado:
entender los símbolos en relación al contex-
to político... etc. Carece, sin embargo, de la
parte de percepción, forma, espacio o de la
vibración de la obra de arte.
Para mí la Alhambra es sólo el velo visible
sobre todas las otras cosas que son invisi-
bles. En una atmósfera mayor es un jardín
extraordinario, un palimpsesto. Es, de hecho
muchas, muchas cosas. No se puede decir qué
es exactamente la Alhambra y, sin embargo,
todo el mundo percibe su presencia. Todo el
mundo se emociona de una manera u otra. Lo
que yo quise hacer era revelar a través de la
lente de la cámara su presencia poética: espe-
cialmente a través del agua, la luz, las trans-
parencias, lo que se disuelve, la profundidad
de las sombras, la vibración de las formas, el
ornamento... Pensé mucho en el concepto de
mediación. Otra cosa que disfruté mucho es
darme cuenta de que era un microcosmos. En
el Palacio de los Leones hay una inscripción
que lo describe como un ‘océano infinito’.
Hay alusiones a las imágenes universales del
Corán, del paraíso, de la luz, del agua. Tam-
bién hay mucha ambigüedad en los textos y
en la realidad, porque la piedra se convierte
en agua, el agua se convierte en piedra, y los
dos se disuelven en luz, y entonces la luz se
convierte en algo más.
JNB: Hay un libro fantástico que trata las
cosas de las que hablas: El ojo y el espíritu
de Merleau-Ponty. Dice: «Miro la piscina y el
reflejo del agua pero, ¿dónde está el reflejo?
No está en el agua y no está en la piscina,
¿dónde está? ¿Está en mí?» Para mí, la feno-
menología es muy importante para aclarar
todas estas cosas.
WC: Por supuesto el agua está en el centro
de todo. El agua es un mundo interior y un
mundo exterior simultáneamente. El agua
en la arquitectura islámica se convierte en el
jardín del paraíso, es revelación y es pureza.
El Corán dice: «Esto es de lo que estamos
hechos». Pero el agua es además agricultura,
energía y el espejo del universo. La Alham-
bra es la joya de la corona de un sistema de
irrigación. En los Palacios de Nasria hay una
imagen del océano y del mundo, pero tam-
bién del control de las aguas. Las superficies
reflectantes del agua en la Alhambra son la
perfección de un sistema hidráulico complejo
de un paisaje aún mayor. Para mí el agua es
una de las claves del lugar.
Luego, ¿qué significa esto al final? Tiene
que ver con la percepción: vas a un sitio y
te emocionas. Puedes no hacer nada, o pue-
des querer registrarlo. Pero no es un registro
directo, es ‘mediado’. Haces unos bocetos y
unos años después pintas un cuadro que ni
siquiera eres consciente que está relacionado
con esa experiencia, pero en realidad lo está.
Es importante porque para mí la abstracción
es una forma de compresión. Es lo contrario
al formalismo. No es hacer formas por hacer
formas. Está relacionado con los sentimien-
tos, con la memoria y con la inconsciencia.
Las cosas son las que son, excepto que nunca
son lo que parecen. Es como la piscina de
Merleau-Ponty, si es una piscina...
JNB: El agua clarifica lo que está pintado
porque el agua es líquida y la pintura es una
superficie. El mundo tridimensional se redu-
ce a su forma dimensional. Todo está ahí:
los reflejos del cielo, del objeto... Juntando
«Le Corbusier es
como un explorador,
aclara la mente»