50 C 04
trializados de fibras y de densidad media, y muchos otros componentes
constructivos. Es el caso, por ejemplo, de los suelos, cuya producción
ha aumentado de manera muy significativa desde que en 2002 el
US Green Building Council incluyese el bambú entre los ‘materiales
preferibles desde el punto de vista medioambiental’, potenciando su
uso mediante la asignación de créditos en la certificación LEED. Así,
arquitectos como Vo Trong Nghia, Simón Vélez o el colectivo Penda
han sido pioneros en usar el bambú en nuevas soluciones estructurales.
Su resistencia intrínseca ha propiciado que el bambú se considere
como un supermaterial ecológico, como evidencia la propuesta arriba
mencionada de Farrells y Buro Happold de construir ‘bio-rascacielos’.
Michael Green, en su The Case for Tall Wood Buildings, defiende que
la madera y, en particular, las soluciones laminadas, pueden ser una
alternativa viable al acero y el hormigón como materiales estructu-
rales de edificios grandes. Es cierto que ya existen muchos edificios
altos de madera, como la Pagoda Tianning de Changzhou (China),
con más de 150 metros de altura, o la Torre de la radio en Gliwice
(Polonia), con casi 120 metros, pero el planteamiento de Farrells y
Buro Happold significa un salto respecto a los actuales edificios de
madera de tamaño medio, como la Torre Murray Grove, en Londres,
con nueve plantas.
Con todo, estudios recientes ponen en duda las credenciales
sostenibles del bambú, demostrando que sus beneficios dependen
de un alto coste medioambiental. Estos estudios niegan la premisa
de que los materiales de rápido crecimiento sean necesariamente
más respetuosos con el medioambiente que los de crecimiento lento,
y hacen hincapié en la degradación de los bosques naturales y la
sobreexplotación de los cultivos salvajes que el uso del bambú im-
plica, lo que supone una reducción de la biodiversidad, la merma
de la sostenibilidad de la explotación a largo plazo, la emergencia
de riesgos sociales y medioambientales, y el florecimiento de mo-
nocultivos de gran tamaño con un impacto creciente debido a los
fertilizantes y pesticidas. De las aproximadamente 1.250 variantes
de bambú, sólo una de ellas, el Moso, supone más del 80 % de las
plantaciones de ese cultivo en China, que en 2007 eran aproxima-
damente unos 5 millones de hectáreas. A estos efectos negativos
contribuyen también las certificaciones medioambientales, cuyo
coste dificulta el acceso al mercado por parte de los pequeños
agricultores, que son, por otro lado, la mayoría de los productores
de este material.
Por ello, es necesaria una aproximación ecológica más amplia,
que permita dar un empleo más adecuado al bambú y a otros ma-
teriales de origen biológico. Si se extrae y se emplea de manera
apropiada, el bambú puede ser un material que puede producir
muchos beneficios: combate la erosión del suelo; reduce la sobreex-
plotación de los bosques tropicales; potencia la economía de las
clases sociales más desfavorecidas; y es capaz de fijar el CO2 de la
atmósfera en los elementos constructivos de un edificio, un aspecto
fundamental a la hora de combatir con urgencia el cambio climático.
Por su parte, el desarrollo de sistemas afines en su planteamiento
orgánico al bambú, especialmente los sistemas de madera indus-
trializada patentados en Alemania y los países escandinavos, están
ayudando a poner en cuestión el uso ‘automático’ del acero y el
hormigón en los edificios grandes, y han dado pie asimismo a nue-
vas posibilidades arquitectónicas. A fortalecer esta perspectiva han
contribuido ejemplos como el sistema Ty Unnos, de Coed Cymru,
con sus vigas laminadas de madera local, o el edificio para el Cen-
tro de visitantes Coed-y-Brenin, de Architype. Los biomateriales
pueden emplearse además como componentes de fachadas que
pueden ‘respirar’, y con prestaciones excepcionales de aislamiento
higrotérmico, como ocurre con los composites de cal y cáñamo
empleados en el Centro de Tecnologías Alternativas del campus
Tim Coleridge es
arquitecto y profesor
invitado en el Centre for
Alternative Technology
en Powys (Reino Unido).
Tim Coleridge is an RIBA
Chartered Architect and
a Senior Lecturer at The
Centre for Alternative
Technology in Powys.
Anna Heringer, METI Rural School, Rudrapur (Bangladesh) © Kurt Hoerbst
Vo Trong Nghia Architects, Bamboo Wing Cafe, Vinhphuc (Vietnam) © Hiroyuki Oki