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Por ejemplo, en nuestro caso la gente que
acude a esta iglesia es muy humilde, por lo
que los espacios y el arte no pueden ser muy
excluyentes. Y esto se convirtió en uno de
los desafíos más interesantes.
FM: El simbolismo es un tema muy com-
plejo, ¿cómo lo abordasteis vosotros?
BT: Trabajamos con un experto en teo-
logía, que nos explicaba el significado de
cada uno de los rituales. Por ejemplo, para
entender lo que teníamos que conseguir
usábamos un ejemplo muy fácil: si un niño
entraba en la iglesia persiguiendo una pelo-
ta, y no se daba cuenta de forma inmediata
de que era un lugar sagrado, significaba que
habíamos fracasado. Pero al final creo que
logramos esa sensación de espacio único,
porque la gente se para antes de entrar.
Da la sensación de que la propia iglesia te
obliga a cambiar tu actitud y a darte cuenta
de que estás en un sitio especial.
FM: Nosotros tenemos la suerte de que
el Aga Khan esté muy implicado en todo el
proceso de diseño. De hecho, su voluntad
de cambiar de arquitectos para cada uno de
los centros tiene que ver con una idea de no
repetir estrategias, e involucrarse en la bús-
queda de nuevos caminos. Como resultado,
cada Centro Ismaelita es muy diferente.
BT: ¿Es complicado que sea consejero y
cliente al mismo tiempo?
FM: Honestamente, es el cliente perfecto
porque nos empuja a profundizar y reela-
borar las cosas. Hace muchas preguntas,
pero nunca imposiciones. El mayor desafío
ha sido, sin duda, cómo darle al centro un
carácter arquitectónico único que se base en
los principios de la construcción islámica
tradicional, pero que también incorpore ele-
mentos de Houston y la tecnología contem-
poránea. Los edificios islámicos tradicionales
trabajaban, sobre todo, con la abstracción,
por lo que se trataba de lograr cualidades
singulares del espacio utilizando la geome-
tría, la estructura y la artesanía, en lugar
de imágenes. Sin embargo, a lo largo del
tiempo el mundo musulmán ha acumulado
una vasta historia de edificios significativos,
y para continuar esa historia ha repetido ca-
racterísticas parecidas. Pero si nos fijamos en
los mosaicos de las antiguas mezquitas o
palacios, nunca son iguales. Son creaciones
únicas, y así es como se supone que deben
ser: obras de arte únicas. Creo que es una
contradicción que la forma en que se ve la
arquitectura islámica hoy en día se relacione
con patrones del pasado que se repiten y se
piensan como símbolos. Por eso teníamos
que llevar a la comunidad algo que fuera
propio, único, y que, sin embargo, se inspi-
rara en la arquitectura del mundo musulmán.
BT: ¡Qué interesante! En nuestro caso
también buscamos lo esencial, reducirlo a lo
más primitivo. Pensamos que esos elementos
son los más potentes, expresivos y atempo-
rales. Por ejemplo, tenemos una gran cruz
que vuela en el espacio, y que es una pieza
recuperada de un antiguo palacio cercano.
Fue desmantelada y reconstruida como si
fuese una viga. Además, la idea de reutilizar
algo que pertenecía a la ciudad nos parecía
que consolidaba mucho el proyecto.
«Esos elementos primitivos
son los más potentes,
expresivos y atemporales»