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‘infinito’ de Pound, pero está mejor concreta-
da la propuesta de Eliot. Pound es una babel de
la cultura, con un juego de láminas, texturas y
contraluces sobrecogedor, pero suelta mucho
más la mano Eliot. Está muy bien la ambición
de Pound pero, para mí, el poeta-poeta es Eliot.
La cosmovisión, la capacidad de concretar en
el poema una perspectiva de la humanidad
—como en La tierra baldía o Cuatro cuartetos—
es de una totalidad inalcanzable para el resto.
LFG: Para nosotros también era un mito, en
parte porque era un gran crítico literario, un
poco como nuestro Juan Ramón que no solo
era un gran poeta sino un gran erudito de la
poesía. Yo recuerdo que, cuando era joven, me
aprendí de memoria las primeras estrofas de
La tierra baldía. Pero yo me eduqué en parte en
Gran Bretaña, e inevitablemente leía en inglés.
Sin embargo, cuando leo a poetas cuyo idioma
no conozco, me gusta hacerlo en ediciones
bilingües aunque no entienda el idioma, por-
que hay algo de la sonoridad que de repente
recuperas. Por ejemplo, nunca había tenido
una gran opinión de Pessoa como poeta. Lo
juzgaba un gran prosista, un maestro de pen-
samiento, pero no pensaba que fuera un gran
poeta hasta que leí una edición bilingüe.
AL: Estoy de acuerdo, y hago como tú:
contrasto, estudio y comparo. Me pasó con
Adam Zagajewski, el poeta polaco, con quien
compartí un recital. Sus poemas adquirían
una rotundidad y vuelo que solo sentí cuando
los leyó él en voz alta, aunque no entendiese
realmente su mensaje. Por otra parte, Pessoa
es un baúl lleno de gente, un neurótico ex-
traordinario, un tipo de una psicopatía rarí-
sima con las palabras. Y un poeta repartido
entre tantos que se puede decir eso tan bobo y
‘marketinero’ de que hay un Pessoa para cada
ocasión… Fuera de broma: qué propuesta tan
insólita y apasionante la suya. Pessoa no se
acaba nunca.
LFG: Confieso que para mí había dos per-
sonajes míticos, el Pessoa del Libro del des-
asosiego y el Borges de los cuentos. Y que solo