138 C 2020
MSC: En un momento de tu infancia tam-
bién comienza el interés por los objetos.
Entonces no eran cosas de diseño, la palabra
diseño no existía en tu universo, pero ¿cómo
describirías el desarrollo de esa admiración
por los objetos hasta hoy?
AVV: Nací cuando a la guerra le queda-
ban dos meses, y vivíamos en Düsseldorf,
rodeados de casas en ruinas. Como a todos
los niños, nos gustaba colarnos en las ruinas
a ver qué encontrábamos, como si fuésemos
buscadores de oro. Una vez encontramos un
mosaico en lo que había sido una iglesia, yo
no sabía lo que eran los suelos de mosaico,
pero me fascinaban esas pequeñas piezas.
Formaba parte de esa curiosidad que me
acompañó toda la vida.
MSC: Düsseldorf es un ejemplo de tu tra-
bajo en general que es, a fin de cuentas,
contar una historia a través de un objeto,
contextualizándolo para crear una historia
mayor. A veces inventas partes del relato
para crear una nueva realidad a cada objeto.
AVV: Es verdad, pero es que no he termi-
nado de contarte todo: años después fue a
través de los mercados callejeros como seguí
mi búsqueda de objetos. Podías encontrar
cualquier cosa, y lo más interesante eran las
historias que había detrás de cada una de
ellas. Podías encontrar el mismo objeto 50
metros más abajo, y el tendero te contaría
otra historia totalmente diferente. Continué
haciendo esto en Holanda y luego en Fran-
cia… y siempre me interesó aprender no sólo
del objeto, sino también de las personas que
había detrás de ellos, quiénes eran y cómo
hacían su negocio. Muchas veces se inven-
taban historias, pero siempre quedaba parte
de realidad en el fondo. Así que creo que
yo heredé parte de eso. El coleccionismo en
serio empezó, sin embargo, con las piezas de
Thonet cuando necesitábamos muebles para
el teatro. Recuerdo que encontré muchísi-
mas cosas, algunas estropeadas, otras rotas…
pero usábamos unas para reparar otras. Un