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GD: Tú mismo formas parte de otro tipo
de fusión: vives en Nueva York, das clase
en China y viajas por todo el mundo. Eres
capaz de identificar esas similitudes de las
que hablas entre la arquitectura china y la
española, y hablas de un concepto nostálgico
de la belleza del que a mí me gustaría saber
más. Tal y como yo lo veo, ambos países se
enfrentan a condiciones y culturas distintas,
así como a una etapa diferente en la historia
contemporánea.
VB: Muchos de los arquitectos más co-
nocidos de China están construyendo edi-
ficios de escala pequeña en el campo, igual
que aquí en España hay muchos proyectos
interesantes lejos de las grandes ciudades.
Hace poco visité la obra de RCR en Olot,
un pequeño pueblo cerca de Girona, y ellos
trabajan mucho con el contexto, con edifi-
cios abandonados, o históricos, y fusionan
lo nuevo con lo antiguo. Mi sensación es
que esto también está pasando en China.
Hay un redescubrimiento de la historia y
la tradición, y una especie de rechazo a
comenzar desde cero. Por ejemplo, tu Hotel
Alila Yangshuo está construido sobre la ci-
mentación y las ruinas de un edificio de la
década de 1960, y ya se considera una ruina.
Es un giro muy interesante, y me parece que
en España está ocurriendo también. Hay
un respeto por lo que había antes, y creo
que es una actitud diferente a la que adop-
taban los arquitectos años atrás. Frente a
esa tendencia de crear lo nuevo, el objeto
artificial, ahora se antepone la búsqueda de
un ambiente, un confort y una voluntad de
trabajar para la gente.
GD: La modernidad supone una revo-
lución en términos de cómo la arquitec-
tura se relaciona con los nuevos sistemas
productivos y la tecnología. Aparece una
metodología de proyectar más cerrada, más
centrada en un objeto final que aúna con
éxito los componentes de la arquitectura.
Por ejemplo, un teléfono móvil, como este
iPhone, está tan perfectamente diseñado
sobre unos sistemas tan inteligentes e in-
tegrados que hacen que el aparato rechace
cualquier relación con el exterior, porque es
un objeto cerrado. Esta idea se puede expor-
tar a muchas materias, pero en arquitectura,
desde la modernidad, se produce un proceso
más introspectivo. Solo si se tiene en cuenta
el sitio, la gente, la herencia o la tradición
se conseguirá que el sistema se abra hacia
fuera y permita a los usuarios interactuar
con todas estas condiciones. Eso, desde mi
punto de vista, haría la arquitectura más
hospitalaria, y más cómoda.