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siempre hemos sido muy seguidores del fút-
bol, aunque el que de verdad nos gusta es el
americano. Recuerdo el dibujo que hiciste en
1942 de un estadio de fútbol americano con
un avión sobrevolándolo. Cuando ganaste
el concurso para el campo de los Arizona
Cardinals pensamos que era el proyecto de-
finitivo para un aficionado como tú. Y sin
embargo luego no lo disfrutaste tanto.
PE: Hacer un estadio no es hacer arqui-
tectura. Hay muy poca arquitectura que se
puede aportar. Las reglas del juego son más
estrictas que cualquier programa para cual-
quier tipología. El coliseo creó un modelo
que aún no ha sido modificado.
CD: La arquitectura se convierte en facha-
da. En Arizona la aportación fueron los espa-
cios intersticiales que se creaban al envolver
el estadio con esas piezas que colocaban las
circulaciones fuera de la fachada. Pero yo
creo que tus obras más significativas son
Santiago y Berlín, quizá también el Centro
Wexner para las Artes, de mediados de los
ochenta. Lo de Santiago me parte el corazón.
Yo he estado allí y he visto la actividad, la
gente que trabaja, los aparcamientos llenos
de coches, y encima me dicen que solo el
museo es visitado por 50.000 personas cada
mes. Pensar que esos indicios no son sufi-
cientes para recuperar el proyecto y llevarlo
a su término es una lástima. Quizá no a corto
plazo, pero debería existir la intención de
querer terminarlo, porque yo creo que sería
verdaderamente bueno para la gente de allí.
Lo que ha pasado es lo típico de la actitud
de los políticos.
Berlín es diferente, pero se enfrenta a los
mismos riesgos. Hace poco un político im-
pulsó una campaña en la que prometía que
si era elegido, lo primero que haría sería
demoler el memorial, porque hay alemanes
que odian el proyecto porque es un solar
«Siempre hemos sido seguidores
del fútbol, pero es difícil hacer
arquitectura con un estadio»
«Hacer un estadio no es
hacer arquitectura, hay muy
poco que se puede aportar»