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Photos: Miguel Fernández-Galiano
Arquitecto de testarudas inquietudes teóricas,
Peter Eisenman nació en una familia de oríge-
nes europeos, completó su formación intelec-
tual en Europa y tuvo por mentores sucesivos
al crítico británico Colin Rowe, al historiador
italiano Manfredo Tafuri y al filósofo francés
Jacques Derrida. Actuando de puente entre
la joven arquitectura de la costa Este nor-
teamericana y las corrientes renovadoras
del viejo continente, su activismo cultural a
través de revistas, encuentros, y centros de
reflexión como el Institute for Architecture
and Urban Studies le hicieron protagonista
de un nuevo talante profesional, expresa-
do también en una secuencia de proyectos
domésticos sumamente influyentes. Tras su
participación en varios concursos europeos
donde explora el diálogo entre la abstracción
geométrica y la topografía urbana, realiza
sus primeras obras importantes en el estado
de Ohio —el centro Wexner, el Aronoff y
el de Convenciones de Columbus—, mani-
festaciones todas de los volúmenes desco-
yuntados de la estética deconstructiva. Pero
sus obras más ambiciosas y significativas
llegarán con el cambio de siglo, y estarán
ambas en Europa: el Memorial judío en Ber-
lín, un campo trágico y lírico de estelas de
hormigón que recuerda el Holocausto en
el corazón de Alemania; y la Ciudad de la
Cultura de Galicia, un colosal conjunto de
edificios modelados topográficamente que
no ha llegado todavía a completarse.
Peter Eisenman: En España ahora las cosas
son muy diferentes. Cuando ganamos el con-
curso para la Ciudad de la Cultura en Santia-
go, muchos pensaron que yo era la mascota
de Fraga, y que el proyecto era su mausoleo.
Se publicaron muchas historias negativas
que desde mi punto de vista eran infundadas.
Fraga tenía una visión para Santiago, y una
visión muy interesante. Quería que Galicia se
convirtiese en una región vibrante y contem-
poránea para la gente joven, y así combatir
la salida de jóvenes hacia grandes capitales
u otras ciudades más grandes y evitar una
economía negativa. Quería un sitio donde se
pudiese celebrar un festival de cine, de teatro
o de arte. Y todas esas ideas eran de Fraga,
no mías. Yo simplemente seguía lo que él
veía como algo verdaderamente importante
para Galicia.
La razón por la que se generaron tantos
problemas fue que desde La Coruña estaban
muy disgustados porque toda esa inversión
se hiciese en Santiago, y eso es lo que hizo
que acabásemos trabajando para el Depor-
tivo de La Coruña. El entonces consejero de
Cultura gallego, Jesús Pérez Varela, que era
amigo de Lendoiro, el presidente del club, nos
encargó el proyecto para un nuevo estadio.
Fue un contrato de unos 100.000 euros, que
nunca llegamos a cobrar, y produjimos dos
o tres propuestas muy interesantes. Hicimos
una maqueta enorme y unos esquemas fan-
tásticos en los que el mar llegaba hasta el
borde del estadio, de forma que podías estar
en la playa y viendo el fútbol al mismo tiem-
po. El proyecto yo creo que estaba muy bien,
pero finalmente no salió adelante.
Cynthia Davidson: El esquema era muy
bonito. Y eso que es muy difícil hacer arqui-
tectura con un estadio de fútbol. Nosotros
Reunidos en un hotel
madrileño, Peter
Eisenman comenta
alguna de sus obras
—desde la Ciudad de la
Cultura de Galicia hasta
el memorial de Berlín—
con su esposa, la editora
Cynthia C. Davidson.
During a stay in
Madrid, Peter Eisenman
comments some of
his projects – from
the City of Culture of
Galicia to the Holocaust
Memorial in Berlin –
with this wife, the editor
Cynthia Davidson.
«Fraga quería que Galicia se
convirtiese en una región
vibrante y contemporánea
para los jóvenes, y así
evitar que se fueran»