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dad y mucha gente importante se acercaba
a decirme que, si seguía luchando, podría
ser el primer arquitecto que realmente tra-
bajase con la gente. Me di cuenta de que
era agradable oír lo que me decían, pero lo
realmente importante era que mi obra fuese
interesante, por lo que tenía que seguir tra-
bajando. Y eso hice, seguí trabajando. Seguí
luchando, pero sin duda el Aga Khan fue un
buen empujón a mi carrera.
AK: ¿Cuándo decidiste vivir en Alemania
en lugar de volver?
FK: Nunca decidí, en realidad. Sigo yendo
y viniendo. Cuando voy a Uagadugú voy a
casa de mi hermano, donde vive mi madre.
Él cuida de ella desde que mi padre murió.
En nuestra aldea no es fácil mantener a
gente mayor si la situación de la familia no
es tradicional. Por tradición yo tendría que
haberme quedado en casa y haber tenido
un montón de niños, y haber cuidado de mi
madre cuando mi padre falleció. Tengo her-
manos, pero ellos tienen sus propias familias
a las que cuidar. Cuando viajo a Burkina
voy a ver a mi madre, es lo que necesito al
llegar. Estoy media hora con ella, un rato
muy intenso, luego me voy a trabajar, y
vuelvo cada noche.
AK: Mi caso es similar. Poca gente sabe
esto, pero mientras trabajaba mi madre se
quedó paralítica y tuve que cuidar de ella.
Por eso mi propia familia tardó muchos años
en llegar. En nuestra cultura nosotros somos
responsables de nuestros padres, es natural.
Por eso, durante muchos años yo tuve esa
ocupación y no viajé mucho. Estaba dedicada
plenamente a mi madre, que me necesitaba
para que la moviese en su silla de ruedas. Traje
a mis padres a que se instalasen conmigo en
casa y durante años me centré en ellos. Me
había construido una casa que se hizo muy
famosa –hasta el MoMA compró los dibujos
y maquetas–. Era una casa muy abierta, los
animales podían pasearse por dentro, y había
un caballo que se metía en la casa y que se
quedaba parado al lado de mi madre, recuerdo
que era su momento favorito.
FK: Me encanta esa historia. ¿Aún llevas
a los estudiantes a India? ¿Cómo haces para
financiar los proyectos?
AK: Es una buena pregunta. En realidad,
mis proyectos se financian de forma diferente
a los tuyos. Estoy haciendo varios proyectos
sociales, pero no soy la única responsable de
conseguir financiación, mientras que veo que
tú siempre asumes la carga de hacerlo. Si se
reúnen los fondos, lo hacemos, y llevo a los
estudiantes conmigo. De hecho, existe la de-
manda, los estudiantes siempre quieren venir
a India, y yo creo que se benefician mucho de
ello. ¿Qué proyectos estás haciendo tú ahora?
FK: Tenemos muchas cosas en marcha,
hasta en Estados Unidos. También estamos
diseñando una especie de pabellón africano
en Edmonton, Canadá. Y otros dos proyec-
tos posibles, uno para la universidad y otro
del que no puedo hablar hasta que no haya
elecciones en Alemania, es para el Kunstareal.
«En India, que una mujer
crease su propio estudio era
muy raro, pero quería ayudar
a la sociedad y ser útil»