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compañías globales (Amazon, Walmart…)
cada vez tienen centros de distribución
más grandes y más centralizados, como
si quisiesen conseguir una única nave de
distribución para toda América. Pero hay
otro proceso, sobre todo en las ciudades,
que es la descentralización extrema. Las
huertas de las azoteas en Nueva York, por
ejemplo. Hay un gran deseo de tenerlas, e
incluso hay casi una ideología alrededor
de ellas, pero luego la gente está dema-
siado ocupada para cultivar sus propios
tomates. Yo creo que si convences a una
gran compañía de que llame a todos estos
propietarios para convencerles de que ellos
se encarguen de instalar, gestionar, operar y
mantener tu cubierta a cambio de un 50%
del beneficio que se obtenga, todo el mundo
saldría ganando.
KT: Nosotros estudiamos el tema e in-
cluso calculamos el peso de la tierra y su
productividad, más aun cuando coges la
tierra de cultivos abandonados, que lleva
años curtiéndose y limpiándose. Una capa
de 30 centímetros de suelo agrícola está re-
pleta de energía remanente. Desperdiciarla
en lugar de utilizarla para la producción de
alimentos, es una insensatez.
BI: Estamos reformando una central
eléctrica en Vancouver, y además de mu-
chos sistemas sostenibles de energía, hemos
incorporado un tipo de cultivo holandés en
el que no necesitas tierra. Tienes unos tubos
donde las plantas crecen, lo que hace que
consuma muchísima menos agua. Además
lo pintamos todo de blanco, el suelo, los
tubos, todo, de forma que no hay superfi-
cies de color que absorban energía o luz y
los fotones pueden rebotar libremente. Un
concepto de cultivo que no requiere ningún
esfuerzo, es muy interesante.
KT: Sí que lo es. Debemos confiar en las
tecnologías del futuro, y en su desarrollo.
Podrían pasar tantas cosas en el diseño in-
dustrial... Es una de las áreas donde siento
que hemos hecho mucho y, al mismo tiem-
po, nada. El diseño industrial en arquitec-
tura, por ejemplo, prácticamente no existe.
Estamos intentando producir en cadena pe-
queños objetos del día a día. Como una lám-
para de bolsillo, por ejemplo. La antorcha
es un grandísimo invento porque puedes
llevar la luz contigo a todas partes. Hay
un escritor de ciencia ficción que escribió
un libro fascinante que hablaba de vidrios
que retenían la luz durante veinte años y,
por lo tanto, los paisajes. Eso quiere decir
que podrías instalar una vista panorámica
en tu casa. No necesitarías televisión, insta-
larías una vista a las cataratas del Niágara
directamente en Nueva York, simplemente
a través de la retención de luz. Es ciencia
ficción, lo sé, pero es hermoso.
«Debemos confiar en las
tecnologías del futuro, y
en su desarrollo»