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Cuando creces, lo haces en un lugar, en una
cultura, y esto te ayuda al principio pero a
la larga debemos liberarnos de ello.
Hablemos de materiales. Su experiencia
en el mundo de los materiales es amplia,
versátil e innovadora. A menudo el ma-
terial se convierte en un concepto en sí
mismo. ¿Qué va antes, el concepto o el
material?
Es un viaje de ida y vuelta. En ocasiones
vemos materiales y procesos y pensamos:
«¿Qué podemos hacer con ellos?» Es impre-
sionante. Incluso esta mañana, mientras pa-
seaba por vuestra asombrosa ciudad dedica-
da a los materiales y procesos pensaba: «¿Qué
podría hacer aquí, qué podría hacerse…?» A
veces tienes una idea y piensas: «¿Qué ma-
terial sería el idóneo? ¿Y el mejor proceso?
¿El fabricante más adecuado?» Es la razón
por la que estamos aquí. Nosotros hicimos un
diseño antes de conocer Dekton… vosotros lo
diseñasteis sin conocernos. Tras una breve
investigación dimos el uno con el otro, y
ahora nos encontramos aquí hablando de lo
que podemos hacer juntos, de lo que aún ni
nos imaginamos que podemos hacer. Lo ve,
un viaje de ida y vuelta.
Diseñó el séptimo piso del hotel Puerta
de América en Madrid, la galería Ivorypress
expuso su obra... ¿Qué relación mantiene
con España?
También hubo una exposición en Las Ram-
blas de Barcelona por un premio que gané.
España es uno de mis destinos vacacionales
favoritos. Veraneo en Formentera. Descu-
brí la isla a través de Javier Mariscal hace
muchos años gracias a una exposición que
organizamos juntos para celebrar el décimo
aniversario del Centro Pompidou. Se eligie-
ron diez diseñadores que representasen dife-
rentes ramas del diseño. Yo representaba la
ruina porque jugaba con hormigón roto, no
me preguntes por qué. Mariscal y yo éramos
los más jóvenes. Nos hicimos muy amigos
desde entonces.
¿Compara su trabajo con el de sus colegas
de profesión?
Cualquier cosa que hagamos, si es lo suficien-
temente visible o visible de cualquier manera
y ofrece algo nuevo, pertenece a un diálogo.
Cuando voy a una exposición o a ver algo
y no siento celos, es que no es bueno. Me
refiero a que, para mí, ir a una exposición
y no sentir celos me hace pensar: «¿Por qué
estoy perdiendo mi tiempo aquí?» Igual que
cuando tengo una idea pienso: «¿Es buena o
es mala?» Si viese estas gafas en una galería
o, ya que no son arte, en una óptica, ¿estaría
celoso? Si la respuesta es afirmativa me lanzo
de lleno, pero si no...
Ron Arad, next to La mujer de Coslada by Antonio López, at the Fundación de Arte Ibáñez Cosentino
© Pablo García Ibáñez