64 C 08
un poco más, y me parece que vosotros sois
igual con vuestra arquitectura.»
ES: Entonces nos dimos cuenta del pri-
vilegio que era trabajar con él. Hoy en día
es muy difícil poder ir a un edificio con el
cliente, y cambiar cosas sobre la marcha.
DL: Es verdaderamente un privilegio. A
mí me fascina la sensibilidad que tienen
con la naturaleza y la arquitectura en esa
parte del mundo. Viví en Helsinki algún
tiempo, y es muy parecido. Es de alguna
forma cercana a la sensibilidad japonesa.
Es muy callada, nunca hay muchas palabras
que decir. Pero hay una espiritualidad en las
cosas que normalmente damos por hecho.
ES: Estoy de acuerdo, es muy diferente a
la percepción mediterránea.
FN: Tenemos otra cosa en común. Hacia
1983, nosotros estábamos estudiando en
Columbia y por casualidad fuimos a una
conferencia en la Cooper Union que daba
un tal Daniel Libeskind junto con John
Hejduk. Hace poco nos llamaron para dar
una charla allí, y me vinieron muchos re-
cuerdos a la mente, entre ellos que la sala
era muy blanca. Cuando fuimos tuve exac-
tamente la misma sensación.
DL: Es verdad. La gente cree que la me-
moria viene del pasado, pero viene de algu-
na otra parte, porque no es necesariamente
parte del pasado. Está siempre viva.
ES: El año pasado publicamos una mono-
grafía que se llamaba Memoria e invención,
y poco después me encontré con una cita
de John Banville, en su libro Ancient Light,
que decía: «No sé si estoy contando recuer-
dos o invenciones, o si acaso existe alguna
diferencia en absoluto.» Y es precisamente
eso. Cuando recuerdas algo no es sólo lo
que has vivido, sino todo lo que lo rodea,
lo que te han contado, lo que has leído al
respecto… de forma que en algún momento
las memorias se vuelven invenciones.
DL: Es un tema complejo, como el propio
cerebro. También existe una memoria invo-
luntaria, o una memoria no deseada, que
viene a ti, incluso si no quieres. Yo creo que la
experiencia real no se basa en la observación.
En la ciencia quizá. Pero en el pensamiento,
no creo que nada nuevo venga de la obser-
vación, es algo que está ahí, pero que aún
no ha sido modelado. El futuro tampoco
puede venir del pasado. No habría un futuro
si viniera del pasado. Ha de venir de alguna
parte desconocida, que no sabemos dónde
está. Por eso es el futuro.
ES: Esa es la razón por la que los arqui-
tectos tenemos esa palabra tan bonita: ‘pro-
yecto’. Imaginamos el futuro, proyectamos
para el futuro. Podríamos decir que todo
el mundo lo hace, pero en arquitectura se
hace evidente.
DL: Además manipulamos la cimenta-
ción. Tenemos que excavar la tierra, y no
siempre se habla de ello, pero es un acto
verdaderamente violento.
ES: Últimamente hemos estado traba-
jando en muchas obras bajo tierra, y en
otras en los tejados. Me hace gracia porque
me recuerda lo que Gaston Bachelard decía
sobre las casas, que eran objetos muy ver-
ticales cuyos elementos principales eran el
sótano y el tejado, donde a los niños les
gustaba jugar.
DL: Es cierto. Cuando propuse conservar
todo el subterráneo de la Zona Cero, la gente
me decía que estaba loco, que además en esa
zona el suelo era muy caro y, por lo tanto
lucrativo. Y creo que por eso mismo que
dices de Bachelard, de estar donde nunca
nadie antes ha estado, excepto los obreros
si acaso, es una sensación extraordinaria. Es
importante que la gente tenga acceso a la
roca subterránea de Nueva York, porque es
uno de los lugares más increíbles. Y ha sido
una intervención muy popular porque tiene
que ver con bajar en la ciudad en la que todo
el mundo sube. Es un movimiento invertido
que atrae a la gente. Yo he estado muchas
veces y es fascinante ver cómo la gente se
queda impresionada, es casi infantil, como
una memoria. Es un lugar algo sagrado, un
poco como el cielo.
FN: Es una idea bonita, hay muchas veces
que miramos al cielo, y cuando es lo único
que se ve, se vuelve incluso más interesante,
como en las obras de James Turrell.
DL: Sí, o como cuando Albert Camus dice
que aunque seas muy pobre, y no tengas
nada, el cielo siempre es gratis.
ES: Me gusta la idea de que el cielo sea
gratis, pero la tierra muy cara. Es una di-
visión total, una forma distinta de sepa-
rar los dos mundos. Yo siempre pienso que
cuando hablas de arquitectura existe una
lucha constante entre la tierra y el cielo. La
arquitectura más antigua está conectada a
la tierra, y la contemporánea siempre quiere
volar, pero nunca se me había ocurrido inter-
pretarlo desde un punto de vista económico.
«Los arquitectos
cimientan, excavan la
tierra, y eso es un acto
verdaderamente violento»