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sino en todo el mundo. Por eso creo que
la identidad y el contexto histórico se han
vuelto cruciales y tremendamente comple-
jos a la vez.
ESM: Debemos reconstruir la geografía.
Puedes mover las ideas de lugar, pero el
paisaje físico permanece inmóvil. Yo no
puedo hacer el mismo edificio en Chicago
o en Lisboa.
JP: Exacto. No puedes cambiar el clima,
por ejemplo. Cuando era joven, no prestaba
atención a estas cosas, pero con la edad he
aprendido que no soy más que un producto
de una situación local. He tenido la suerte
de poder viajar y conocer el mundo, pero no
dejo de verlo desde un punto de vista muy
concreto, el del sur de Finlandia.
ESM: Cuando empecé a trabajar como
arquitecto, me aterrorizaban las ventanas.
Cada vez que tenía que diseñar una, entraba
en pánico. Creo que es lo más difícil que pue-
des hacer en arquitectura. Abrir negativos
en los muros es muy complicado.
JP: Al mismo tiempo, la ventana es la
herramienta más potente para conectar tu
edificio con el paisaje, lo que nos trae de
vuelta la idea de lugar. Merleau-Ponty tiene
un argumento muy interesante cuando dice
que no vemos la obra de arte, sino el mundo
a través de la obra de arte. Para mí esa es
la esencia de la arquitectura: lo que una
ventana revela.
ESM: Esa es, a lo mejor, como un cuadro
de Matisse, la razón por la que son tan difí-
ciles de diseñar. La semana pasada ganamos
un concurso para hacer un teatro en el que
utilizamos una fachada de un discípulo de
Perret, con unas ventanas verticales y de
proporción elegante. Me gustaba la idea de
tener el conflicto entre Perret y Le Corbusier,
con ventanas verticales y horizontales, por
lo que propuse ambos tipos en la misma
parte del edificio. Al final me aconsejaron
no utilizar ventanas horizontales, lo que me
sorprendió por ser una recomendación tan
autoritaria en el siglo XXI.
JP: Esto me hace pensar que, como ar-
quitecto, tienes que reinventar la ventana
cada vez.
ESM: Así es. Y es dramático para mí…
Tengo la sensación de que Siza o Moneo
se levantan por la mañana, se lavan los
dientes, y diseñan una ventana. Sin más.
Tienen un don. Cuando Siza y yo diseña-
mos el pabellón de Portugal en Hannover,
lo hicimos con una fachada de corcho, una
cubierta curva muy abstracta, un gran muro
y una cocina detrás. Un día fuimos a visitarlo
y le dije: “Alvaro, tenemos un gran problema
porque los bomberos dicen que tenemos que
abrir una puerta de seguridad en el muro”.
Era una gran pared, muy abstracta, como una
escultura, y la puerta iba a quedar demasiado
doméstica. Entonces Siza dibujó una puerta
en cinco minutos, y así se hizo más tarde.
Yo miraba el muro y con la mano tapaba y
destapaba la puerta, para ver la diferencia. Al
final me di cuenta de que era mejor con ella,
porque se convertía en una ventana real, que
tenía que ver con la vida, y no en el gesto de
la instalación de un artista.
JP: Para mí la ventana es el ojo del edificio,
y la puerta la boca. Son esenciales para la
fisionomía del cuerpo, del edificio. En mis
propios diseños nunca he podido entender la
puerta como algo preconcebido. Siempre me
pregunto qué es una puerta. Siempre tiene un
contexto preciso y un propósito. Cada puerta
es fundamentalmente diferente.
ESM: Ése es el verdadero problema de la
arquitectura. En París tuve muchas discu-
siones con Aldo Rossi sobre las ventanas. Él
me decía: “Eduardo, piensa siempre en las
cuestiones prácticas, desde el interior al ex-
terior, desde el exterior al interior”. Es como
hacer un retrato.
JP: Comenzaste tu carrera en Oporto y
ahora trabajas en muchas partes del mundo.
¿Te sientes cómodo trabajando en el exte-
rior?
ESM: Estoy muy agradecido de trabajar en
tantos países, y no sería correcto que dijese
que no me gusta, pero sí que prefiero trabajar
en Oporto. Para mí, lo más importante de
la arquitectura hoy en día es tener tiempo.
Tener tiempo para pensar, para cambiar, para
hacer maquetas, bocetos, ir a la obra un sá-
bado, cuando no hay nadie, hacer fotos… Es
como la gastronomía: no puedes comer con
prisa. Tienes que disfrutarlo tranquilamente.
Por eso creo que la calidad de la arquitectura
actual es baja, porque el tiempo es dinero, y
los clientes piden tiempos muy cortos, que
es normal; el problema es que los arquitectos
lo aceptamos.
JP: Sigfried Giedion, en Espacio, tiempo
y arquitectura, habla de cómo Finlandia es
con Alvar Aalto como España es con Picas-
so, o Irlanda con James Joyce. ¿Cuánto de
«Debemos reconstruir la
geografía. Puedes mover
las ideas de lugar,
pero el paisaje físico
permanece inmóvil»