80 C 01
ET: El filósofo español Ortega y Gasset
solía clasificar a las personas en recolec-
tores y cazadores. Creo que la posición del
propietario de Atrio, José Polo —que está
atesorando una increíble colección de vino—
es interesante. Sin embargo, yo prefiero ser
un cazador: si hay un buen vino, lo tengo
que probar; si hay un buen edificio, lo tengo
que visitar. Necesito disfrutarlos. En la ar-
quitectura ocurre algo semejante: hay arqui-
tectos que coleccionan edificios y los hay
que piensan que cada proyecto es un reto,
e intentan cazar nuevas perspectivas en su
forma de pensar.
JH: Ser cazador suena más sexy… pero
estoy de acuerdo en que cazar y coleccio-
nar son dos direcciones divergentes en el
comportamiento humano. Yo siempre me
veo como un cazador en contraste con la
obsesión de coleccionar de mi hermano, por
ejemplo, que lleva toda su vida apilando vie-
jas fotografías. Después de tantos años tra-
bajando como arquitecto acabas irremedia-
blemente coleccionando maquetas, dibujos,
planos… es decir, es inevitable coleccionar
muchas cosas, mucha ‘basura’. Quizá no sea
realmente coleccionar, sino que no te puedes
deshacer de ello, tienes que guardarlo, archi-
varlo, prepararlo, como insectos disecados
en un museo de historia natural. Yo pre-
fiero mi mesa vacía, sin nada, pero siempre
acaba llenándose. Estos comportamientos u
obsesiones que todo el mundo tiene acaban
reflejando el tipo de arquitectura que cada
uno hace. La arquitectura es muy psicológi-
ca: dice mucho sobre lo que uno es, incluso
como arquitecto. Si repasamos tu edificio,
por ejemplo, podríamos averiguar mucho de
tu personalidad; es algo inevitable.
ET: Es cierto, pero este edificio está tam-
bién lleno de vida. Es interesante cómo la
cocina, la colección de vinos, la arquitectu-
ra… cómo al final, todas estas cosas, todos
estos elementos, crean una atmósfera propia.
«Hay arquitectos que
coleccionan edificios
y los hay que piensan
que cada proyecto
es un reto e intentan
‘cazar’ nuevas
perspectivas en su
forma de pensar»