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Uno de los principios del diseño es mejorar la vida de la gente. Para llegar
ahí, un diseñador puede elegir muchos caminos.
Solo existe uno para hacer bien las cosas para los demás: conseguir mejorar
también la vida de la gente con la que trabajas.
Llevo muchos años haciendo proyectos. Eso me ha enseñado que no hay una
mirada única que te acompaña en la travesía, sino infinitas formas de vivir el
diseño de un objeto. No me refiero a la búsqueda de la mejor solución para que
funcione en cada caso, que en eso cada cual tiene una hoja de ruta que suele
ser más o menos constante. Hablo de recompensas personales, de lo que vas
recolectando en cada recorrido. Y en ese sentido, la forma de enfrentarte a
ello es interminable: hay enfoques que son “egoístas”, proyectos en los que te
embarcas porque te empeñas en que es un trabajo para ti; hay otros mucho más
desinteresados, a veces incluso filantrópicos, con los que consigues realmente
dar un paso y ayudar a mejorar el entorno o la vida de personas desfavorecidas;
los hay económicos, cuando un proyecto se convierte en una oportunidad para
mejorar tus recursos y poder financiar otros proyectos; los hay que son una
aventura, no sabes cómo empiezan y ni te imaginas cómo terminan…
Pero de todos los caminos por los que transito, el que más me interesa es ese que
hace que, a través del diseño, consigas hacer feliz a quien te hace el encargo y
al equipo que interviene en el trabajo. Ese es mi gran premio como diseñador.
El retorno de un proyecto no se limita a una cuestión material, sino que la
recompensa consiste en sentirte parte de un equipo y en recibir una amistad
profesional, que algunas veces termina convirtiéndose en una familia
especial. Este valor, que la prisa o la ambición, o la falta de comunicación,
desdibujan muchas veces en casi todos los oficios, es, además de otras cosas
buenísimas, la parte más emocionante en mi relación con Capdell. Desde el
primer encuentro me he sentido abrazado por un grupo de personas que le
ponen tanta pasión a lo que hacen, y con quién lo hacen, que me parece que
llevo toda la vida trabajando con ellos.
Mario Ruiz